10/3/18

Templos de Melkart (I)



Las tradiciones literarias preservadas desde la Antigüedad resaltan la importancia desempeñada por los templos, especialmente el de Melkart en los inicios de la expansión fenicia.
Algunos textos coinciden en situar las primeras fundaciones en un fecha cercana al 1.100 a.C., lo que provoca el escepticismo de muchos investigadores. Otras tradiciones literarias se refieren a la fundación de Gadir, Lixus y Utica en torno al 1.100 a.C. con una notable concordancia.

Veleyo Patérculo (I, 2, 3) fecha la fundación de Gadir en tiempos del retorno de los heraclidas, unos ochenta años después de la caída de Troya y menciona que Utica fue fundada en África un poco después:
Por aquella época la flota tiria que dominaba el mar fundó Gades en el extremo de Hispania, y en el término del mundo, en una isla rodeada por el Océano, separada del continente por un estrecho muy breve. Pocos años más tarde, fue fundada por los mismos Utica.”

No más tarde del año 774 afirmaba Plinio (N.H., XVI, 40; XIX, 63) que el templo de Melkart en Lixus era algo anterior al de Gadir y que Utica tenía una antigüedad muy similar:
Memorable también es el templo de Apolo en Utica donde aún se encuentran las vigas de cedro puestas cuando la fundación de la ciudad, hace 1.178 años”.

Respecto al extremo Occidente, donde las fuentes escritas situan algunas de las fundaciones más tempranas, los recientes descubrimientos en un depósito secundario de la ciudad de Huelva revelan sin ningún lugar a dudas una frecuentación por parte de gentes tirias al menos desde finales del siglo X y comienzos del IX a.C.
Si nos atenemos a la información de los materiales cerámicos. De 7.936 fragmentos de cerámica revisados, 3.233 pertenecen a vasos de tradición fenicia (platos, cuencos, lucernas, jarros, ánforas, etc.), 18 de los que los elementos más consistentes para establecer la antigüedad de la presencia de fenicios en Huelva son un conjunto de once ánforas del tipo 12 de Tiro (Bikai) y quizás, un probable jarro del tipo 9 y tres “spoutedjug”, 4.703 a vasos de tradición indígena, 33 a griegos, 30 a sardos, 8 a chipriotas y 2 a villanovianos.
Entre las cerámicas griegas, destacan 9 vasos adscritos al Geométrico Medio II ático -800 a 770/760 a.C.- (2 cántaros, 2 escifos, 3 cántaros o escifos, un jarro y un asa) y 21 al Sub-protogeométrico Eubeo-cicládico (2 escifos con semicírculos colgantes, 15 platos con semicírculos colgantes y, más dudosos, un alabastrón, una tapadera, un jarro y un asa). De estos, los más antiguos podrían ser algunos platos que A. Nitsche adscribe al Subprotogeométrico I-II (900-850 a.C.).

Una inscripción sobre la superficie externa del cuerpo de un ánfora ha podido ser fechada, por sus paralelos con un ostracón hallado en Israel, en los siglos XI-X a.C. Junto a las cerámicas, destacan, además, los restos de trabajo de marfil, madera, hueso, ágata y trabajos metalúrgicos de plata, hierro y cobre presentes en las escorias, crisoles, hornos, moldes de fundición, y piezas acabadas encontradas, además de algunos vestigios de actividades agropecuarias.
Igualmente interesantes resultan las determinaciones de fechas calibradas de C.14 en el mismo contexto. A tal respecto, cabe señalar una presencia fenicia en el lugar en la primera mitad del siglo IX a.C., si bien es posible que ésta fuera incluso anterior ya que existe al menos una fecha que se remonta al 980/890 a.C.

El famoso depósito de la Ría de Huelva cuya datación por calibraciones de C.14 aporta una cronología absoluta hacia 1.000-950 a.C., viene a señalar que muy probablemente, y al contrario de lo que se ha defendido en muchas ocasiones, la expansión fenicia no siguió una pauta de avances progresivos en los que los fenicios de Tiro irían consolidando posiciones en Chipre primero, para luego pasar a Rodas y el Egeo, de ahí alcanzar el Mediterráneo Central (Sicilia, N. Africa, Cerdeña) lo que les permitiría, por fin, llegar al lejano Occidente. Asimismo introduce algunas incógnitas acerca del momento en que los circuitos de tráfico marítimo atlántico y mediterráneo quedaron controlados por los fenicios. Sobre todo, porque las espadas atlánticas aparecen en el mencionado depósito junto con fíbulas de codo, a las que se propone un origen oriental, y curiosamente también en otros lugares, como en el Cerro de la Miel (Moraleda de Zafayona, Granada) con una datación absoluta en 1.265 a.C., y porque sus moldes, como los de las hachas de apéndices laterales (en realidad azuelas para trabajar la madera) que conocemos también en las Baleares y en Sicilia y asimismo de origen oriental, aparecen luego en un contexto mediterráneo muy vinculado a la presencia fenicia. En efecto, moldes de estas espadas son conocidos en Acinipo (Ronda, Málaga) y Peña Negra de Crevillente (Alicante). Por cierto, que en este último lugar aparecen junto a moldes de hachas de apéndices laterales, que también conocemos en otros sitios como Verdolay. Por supuesto, como es bien sabido, espadas, fíbulas y hachas, forman parte, junto con otros objetos, de la iconografía de las estelas decoradas del S.O. cuyos ejemplares considerados más antiguos se atribuyen a una cronología del s. XI a.C.

Continuando con la evidencia arqueológica procedente de Occidente, hay que citar los cincuenta fragmentos de vasos a torno en contextos del Bronce Final en Andalucía (1.300-920 a.C.), entre soportes de carrete y recipientes contenedores.
De finales del segundo milenio es el colgante de coralina de tipologia chipriota encontrado en Los Castillejos (La Granjuela, Córdoba), un elemento más que nos habla de los contactos con el Mediterráneo oriental. Al igual que la orfebrería de este periodo, en la que se ha reconocido un sistema de pesos minorasiatico, que aparece también en Cerdeña, y que era utilizado en la costa de Siria y Chipre.

No deja de ser curioso que a partir de la desaparición de Ugarit, en el Heládico Final III C (1.225-1.125) estos materiales sigan llegando al lejano Occidente, lo que indirectamente apoyaría la hipótesis de unas precedentes navegaciones chipriotas y ugaríticas hacia la Península Ibérica, reemplazadas luego por las que emprendieron los fenicios de Tiro.
Precisamente, los hallazgos procedentes de Palaepaphos-Skales en Chipre han documentado un impresionante número de importaciones fenicias durante el siglo XI a.C. Puesto que las importaciones chipriotas en la costa fenicia son aún escasas durante estas fechas hasta que se hacen más abundantes a comienzos del siglo X a.C., la iniciativa de estos contactos intensos parece corresponder a los fenicios.

Como muy bien ha captado López Pardo “El empeño de algunos por situar en el siglo IX a.C., la colonización fenicia de Chipre, parece poco convincente. La historia de Kition remonta a comienzos del siglo XII y no al X a.C. como se venía sosteniendo, y la vemos constituida en una ciudad plenamente fenicia desde comienzos del primer milenio.
Parece incongruente que se feche a mediados del siglo IX a.C. la fundación de la colonia tiria de Kition y que por otro lado, se señale que el rey Hiram de Tiro (mediados del siglo X a.C.) tenga que sofocar un alzamiento de los Kiti cien años antes”.

Continuará...

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