31/3/18

Rituales Sagrados (IV)


Los Tzompantli, palabra del idioma Nahuatl, eran estructuras utilizadas por diversas civilizaciones mesoamericanas, como aztecas, toltecas y mayas, en las que se exponían las calaveras públicamente.

Los tzompantli son mencionados por los españoles que entraron en contacto con los aztecas. Un fraile dominico de nombre Diego Durán, escribió que más de 80.000 personas fueron sacrificadas para celebrar la inauguración del Gran Templo de Tenochtitlan (México). Las cabezas de estas víctimas eran exhibidas en un tzompantli y reemplazadas regularmente por otras nuevas a medida que se realizaban nuevos sacrificios.
Los españoles que descubrieron Tenochtitlan con Hernán Cortés regresaron contando increíbles historias. La más terrorífica de ellas describía una torre hecha con miles de cráneos humanos, durante siglos se pensaba que la torre era un mito, pero es muy real.

Podemos encontrar descripciones de los tzompantli en pinturas y crónicas de principios de la época colonial. A lo largo de los años se han descubierto diversos tipos en el transcurso de diferentes excavaciones arqueológicas.
Hasta donde sabemos actualmente, los tzompantli se habrían construido en toda Mesoamérica entre los siglos VII y XVI, y habitualmente se acepta que en ellos se exponían las cabezas de las víctimas de sacrificios humanos. Aparte de este grupo, también se cortaban las cabezas de los prisioneros de guerra ejecutados para exponerlos en los tzompantli.
En el caso de los aztecas, se ha sugerido que ésta era una forma de exhibir su propia destreza militar. Por otro lado, los aztecas erigían estas estructuras también como tributo a sus dioses, lo que además se hacía con la intención de inspirar terror en los corazones de los eventuales enemigos que visitaran la ciudad.

28/3/18

Rituales Sagrados (III)

La Piedra del Sol (calendario Azteca)

Muchos científicos creen que el corazón de la piedra era la cara de Tonatiuh, encima del cual los aztecas ofrecían sacrificios humanos para prevenir el fin del mundo.
En efecto, su función era la de servir como piedra de sacrificio, en donde una vez efectuada la oblación del guerrero cautivo se alimentaba al Sol representado sobre ella, a Tonatiuh, dándole la sangre y el corazón del inmolado. Por lo tanto, su oficio primordial fue alimentar al Sol para que éste no detuviera su andar; de ahí la presencia de los soles anteriores y de los días, pues aquellos fueron creados por la acción de creación-destrucción, generada de la lucha entre los dioses. Por eso era necesario que el combate fuera entre el guerrero enemigo y el guerrero mexica que, en representación de los dioses, repetían lo que éstos ya habían hecho.

El símbolo del Quinto Sol o Nahui Ollin, Sol de Movimiento, presente en medio de la escultura, debe ser alimentado para no detener su marcha. De ahí también se desprende que la piedra debió estar orientada de Este a Oeste indicando el movimiento del astro, es decir, con la cola de las dos Serpientes de Fuego, las Xiuhcoatl, hacia el oriente y sus cabezas hacia el poniente, en donde finalmente el Sol sería devorado por Tlaltecuhtli. También se explica el numeral 13-Caña entre las dos colas de las serpientes, pues fue en tal año cuando nació el Sol según lo narrado por los Anales de Cuauhtitlán; y coincide con el gobierno de Axayácatl.

La piedra tuvo como función dar el alimento al Sol, sangre y corazones, para que hubiera noche y día. Así, no debe extrañarnos que en el canto de la piedra se encuentre representada la noche con cuchillos de pedernal y con círculos como estrellas, los símbolos de Venus.
El astro penetraba también en la noche, después de ser devorado por Tlaltecuhtli en el lado femenino del universo, el poniente. Y aquí vemos algo muy importante; al ser engullido por la vagina dentada con sus grandes y afilados dientes, el Sol pasaba a la matriz terrestre, nocturna, femenina, en donde se gestaba su nuevo nacimiento. Era una especie de rito de tránsito en que el Sol volvía a renacer de la matriz de la Tierra a la mañana siguiente.

Siempre se ha dicho que el astro alumbraba el Mictlan, pero no era sólo eso. Recordemos que el Mictlan se describe como un lugar oscuro, sin ventanas, además de ser una matriz que guarda los huesos de los muertos. Por lo tanto, el Sol pasa al interior de la matriz terrestre para renacer por medio del combate en contra de los poderes nocturnos, femíneos, representados por la noche, la Luna y las estrellas.
Es el mito del combate de Huitzilopochtli en contra de Coyolxauhqui y los centzohuitznahuas, el que indica este momento importante en que el Sol se arma con la Xiuhcoatl para abatir a sus enemigos y nacer de la Coatlicue. Es una vez más, la guerra como elemento renovador y la presencia de la dualidad por excelencia, vida y muerte.

Continuará...

24/3/18

Rituales Sagrados (II)


Mediante el Molk o Molok, el fiel ofrecía al dios el sacrificio del hijo primogénito, recién nacido o de corta edad, que aunque era la regla general, también podía ofrecer hijos no primogénitos.
Precisamente eran los líderes ciudadanos, quienes dando ejemplo, debían inmolar antes que nadie a uno de sus hijos en tiempos de grave peligro, aplacando la furia divina y evitar con ello una probable catástrofe. No se trataba de una imposición o un acto obligatorio, sino que era un ofrecimiento que se realizaba voluntariamente para obtener un determinado favor divino.
Era frecuente que se sustituyera al hijo primogénito por un cordero, circunstancia que con el transcurrir del tiempo se va generalizando e imponiendo. Este sacrificio de sustitución recibía el nombre de "Molchomor" o "Molk del cordero", pero conservando el mismo sentido y la misma ceremonia. Si tenemos en cuenta autores antiguos como Diodoro de Siculo, en determinadas ocasiones, gentes importantes de la comunidad sustituían a sus hijos por hijos de esclavos.

El sacrificio de niños y en concreto del hijo primogénito, era una practica habitual a mediados del III milenio en Ebla. Se realizaban sacrificios infantiles durante el izi-gar, o "Fiesta de la Consagración".

La Biblia ya describe en el libro del profeta Jeremías del Antiguo Testamento como se practicaba el rito del sacrificio de menores. Estos textos bíblicos también hacen alusión a los lugares donde se hacía el acto del sacrificio, en unos recintos a cielo abierto, al aire libre, de fuerte carácter sagrado denominados Tofet (término hebreo que significa lugar para el fuego, aunque según otras fuentes significaba lugar del holocausto), que se localizaban fuera de las ciudades.
La Biblia hace mención a estos lugares de sacrificio en Isaías 30,33,34, se puede leer :
Está preparado desde largo tiempo un tofet para Molok .Esta dispuesto y ahondado en su concavidad, fuego y leña en abundancia...”
Los tofet eran lugares modestos y de gran austeridad, carentes de elementos figurativos y arquitectónicos de importancia y solían estar delimitados por un muro. A pesar de que actualmente se tiene por segura la existencia de tofet en las ciudades fenicias de Canaan, arqueológicamente no hemos podido documentar ninguno, en cambio si se han hallado restos de estos recintos en numerosas colonias púnicas del Mediterráneo central y occidental como Cartago, costumbre religiosa que importaron de Tiro. En estos amplios espacios sagrados han salido a la luz numerosos restos óseos infantiles, de pájaros y de otros animales de distinta índole.

Molok es representado como una figura humana con cabeza de carnero o becerro, sentado en un trono y con una corona u otro distintivo de realeza, como un báculo.
En los templos en los que se rendía culto a Molok se encontraba una enorme estatua de bronce del dios, la estatua estaba hueca y la figura de Molok tenía la boca abierta y los brazos extendidos, con las manos juntas y las palmas hacia arriba, dispuesto a recibir el holocausto. Dentro de la estatua se encendía un fuego que se alimentaba continuamente durante el holocausto. En ocasiones los brazos estaban articulados, de manera que los niños que servían de sacrificio se depositaban en las manos de la estatua, que por medio de unas cadenas se levantaban hasta la boca, introduciendo a la víctima dentro del vientre incandescente del dios.

Durante el sacrificio, los sacerdotes del templo hacían sonar tambores, trompetas y tímbalos, de manera que no se oían los llantos de los niños.
Plutarco relata: ...“Antes de que la estatua fuese llenada se inundaba la zona con un fuerte ruido de flautas y tambores, de modo que los gritos y lamentos no alcanzaban los oídos de la multitud”.
Diodoro Siculo escribió: ...“Había en la ciudad una imagen de bronce de Cronos con las manos extendidas, las palmas hacia arriba y cada niño que era colocado en ellas era subido y caía por la boca abierta dentro del fuego”.
Teodoro también relata que los familiares tenían prohibido llorar, y que cuando Agatocles derrotó a Cartago, los nobles cartagineses creyeron que habían disgustado a Molok, así que sustituyeron a los niños recién nacidos por sus propios hijos para el sacrificio. Intentaron compensar al dios realizando el holocausto con 200 niños de las mejores familias ininterrumpidamente, llegando a sacrificar 300 en total. La gigantesca estatua de bronce estaba al rojo, y las tropas que sitiaban la ciudad asistían al espectáculo desde las murallas exteriores que ya habían conquistado.
También lo relata Cleitarchus en un comentario sobre la República de Platón:
Al ver venir al Sumo Sacerdote de Molok vestido de túnica púrpura, color de pureza, le pregunté cual es el origen del culto. Me contestó que en los tiempos primordiales hubo una gran catástrofe y hoy en día sino fuera por los sacrificios para fertilizar la tierra, serían piedras lo que encuentren. Entonces, en medio de una plataforma había una estatua de Cronos, con las manos extendidas sobre un brasero de bronce, las llamas que engullen a los niños. Cuando las llamas alcanzan el cuerpo, sus miembros se contraen y la boca abierta casi parece reír, hasta que el cuerpo contraído se desliza resbalando al fondo del brasero. Así es que esta mueca se conoce como risa sardónica, puesto que ríen al morir”.
Cronos en la mitología griega es el dios del tiempo, que engullía a sus propios hijos. En la mitología romana es Saturno, padre de Júpiter (el Zeus griego).

Entre los israelitas simplemente se pensaba que eran ofrendas en holocausto a Jehová, Molok era Yahweh con otro nombre (p.e. el sacrificio por Abraham de su hijo Isaac, trata del ritual de sustitución llamado Molchomor o Molk del cordero).
Molok aparece en el Primer Libro de los Reyes 11.7:
Entonces Salomón hizo construir un gran edificio para Quemos, la abominación de Moab, en la montaña que hay frente a Jerusalén, y mlk, la abominación de los hijos de Ammon.
Y en Levítico 18.21:
Y no entregarás a nadie de tu descendencia a Molech, ni profanarás el nombre de tu Dios: yo soy el Señor”.
En el Paraíso perdido de Milton, Molok es uno de los grandes guerreros de los ángeles rebeldes, vengativo y siempre dispuesto a combatir. Se encuentra entre los jefes de los ángeles satánicos en el Libro 1, y pronuncia un discurso ante el parlamento del infierno en el Libro 2:43 -105, a favor de una inmediata guerra contra Dios. Más tarde comenzará a ser reverenciado como un dios pagano en la Tierra.


19/3/18

Rituales Sagrados (I)


Un elemento muy importante en la cultura fenicia y concretamente en su modelo religioso y ritual, eran los sacrificios y las ofrendas, entendidos como un modo de tener contentos a los dioses omnipotentes.
En muchas culturas antiguas, el sacrificio como acto ritual ha ocupado un lugar de primer orden en el culto religioso, siendo concebido como un acto de comunión con los dioses. A través del acto del sacrificio, el creyente ofrecía a la divinidad una determinada ofrenda a cambio del favor divino, o simplemente para aplacar la furia del dios. El tipo de ofrenda era muy variada, pudiendo consistir en piezas de ganado, aves, o productos de tipo agropecuario, no obstante estos sacrificios podían llegar al ofrecimiento de víctimas humanas.

En todas estas prácticas jugaban un papel primordial los sacerdotes, confirmado por los numerosos epitafios y exvotos. Eran ellos quienes administraban los ritos de culto, incluidos los sacrificios en su función de intermediarios entre los hombres y la divinidad. Ellos eran quienes interpretaban los caprichos divinos y se los transmitían al resto de los mortales con la consiguiente manipulación subjetiva. Esta organización sacerdotal estaba perfectamente estratificada.
El propio monarca y su esposa eran portadores de un carácter sagrado que les situaba por encima del resto de los mortales, asimilándose a la propia divinidad. Ambos participaban en numerosos ritos representando al dios y su pareja como en la representación del matrimonio sagrado ocupando el lugar de los dioses. Eran pues los Grandes Sacerdotes, aunque esta consideración divina dependía de la ciudad en cuestión. En esta organización sacerdotal, por debajo del monarca y su reina, se encontraba un sacerdote principal o gran sacerdote denominado Rab-kohenin, y una suma sacerdotisa, que estaban por encima del resto de sacerdotes (kohen) y de toda una serie de personal menor que se hallaban al servicio del templo, como sirvientes, escribanos, músicos, panaderos, barberos y eunucos, entre otros.
El cargo de sacerdote era hereditario, pasando el puesto de padres a hijos. Los sacerdotes portaban vestimentas que les diferenciaba del resto, compuestas por largas túnicas decoradas con una banda de color púrpura, posiblemente confeccionada en lino transparente. Otro elemento distintivo de esta clase sacerdotal era la cabeza rasurada, que cubrían con una especie de gorro de forma cilíndrica o cónica. También habían sacerdotisas, como la "sacerdotisa de Tanit", que desempeñaban funciones religiosas.

La religión fenicia asimiló gran cantidad de elementos religiosos cananeos, adoptando no solo el tipo de santuario o los ritos cúlticos, sino también un sistema sacrificial, a veces cruel, pero que como regla general, empleaba ofrendas básicas, como productos agrícolas (aceite, leche, o vino) o animales (toros, ovejas, corderos), que aplacara el apetito divino, además de esta forma simple de sacrificio, con carácter excepcional se practicaban los sacrificios humanos.

Son varias las fuentes que mencionan ampliamente la práctica de sacrificios humanos. El Antiguo Testamento se refiere al hábito de los fenicios de entregar a sus hijos e hijas al fuego sagrado (holocausto). Los textos de autores antiguos, como Diodoro de Siculo, Plutarco, Clitarco o Tertuliano, afirman que los fenicios practicaban un rito sacrificial denominado "mlk" (Molk).
En un texto de Ugarit también se hace una alusión al sacrificio de seres queridos para obtener el favor de Baal. Es posible que muchas de estas afirmaciones posean elementos subjetivos, simplemente por su origen, dada la propaganda antifenicia, o antipúnica, puesta en marcha por los griegos y posteriormente por los autores romanos, en un afán de presentar a estos pueblos como portadores de una barbarie inhumana, siendo capaces de sacrificar a su propia prole.

El Profesor Mohamed Hassine Fantar, explica el fenómeno del Molok como una conspiración de desprestigio histórica llevada a cabo por los griegos, principales competidores de los fenicios en el Mediterráneo y sobre todo en Sicilia. Según él, la aparición en el tofet de Cartago, de innumerables restos óseos infantiles calcinados, hay que interpretarlo como una simple práctica funeraria de incineración, depositados luego por sus progenitores en una necrópolis infantil (el tofet), al ser seres puros eran depositados junto a la pureza divina, es decir al lado del dios, solicitando así la pronta venida de un nuevo descendiente.

Continuará...

14/3/18

Templos de Melkart (II)


La cronología de los materiales de Huelva, que de una manera muy prudente se ha situado a finales del siglo X y comienzos del IX para los comienzos de la presencia fenicia en el lugar, es la más antigua por ahora en la Península Ibérica.

Aunque a diferencia de las fuentes literarias, el corpus de los documentos arqueológicos permanece abierto, por lo que no hay que descartar nuevos hallazgos, hoy por hoy, la presencia de tirios en Huelva es la más temprana documentada en el lejano Occidente hasta el momento. A ella hay que añadir la fecha radio carbónica de la fase fundacional de El Carambolo en Sevilla, que proporciona una datación absoluta situada en el intervalo entre 1.020 y 810 a.C. al 95% de probabilidad, y con el 68, 2% en el intervalo 930-830.
Las investigaciones arqueológicas ya han confirmado, sin ningún genero de dudas, la antigüedad de la misma Tiro, donde los niveles más antiguos muestra restos, muros incluidos, de una ocupación permanente durante el Bronce Antiguo desde mediados del tercer milenio, de acuerdo con la propia tradición fenicia preservada por los sacerdotes del templo de Melkart que remonta su fundación al 2.750 a.C.

Respecto a Cartago, cuya fecha de fundación sería según los textos antiguos en torno al 814 a.C., las recientes dataciones de C.14 procedentes de los niveles arqueológicos más antiguos proporcionan fechas del 850-795 a.C. con un 90% de probabilidad.

Como vemos en estos tres casos, Tiro, Cartago y Huelva, los resultados de los trabajos arqueológicos han confirmado finalmente las fechas que recogen las tradiciones literarias conservadas desde la Antigüedad, lo que revaloriza de una manera extraordinaria los cómputos cronológicos realizados a la sazón y debe, al mismo tiempo, hacernos ser cautos a la hora de juzgar las informaciones que contienen los textos antiguos ante los ejemplos conocidos de silencio arqueológico.

Aunque en el reinado de Hiram I se establece el carácter canónico del culto a Melkart en Tiro, con la construcción de un nuevo santuario y la regulación de su festividad anual, algunos datos, como el nombre de Abimilku y de su embajador Humilku en los archivos de Amarna, muestran al ancestro deificado de la dinastía Tiria venerado en los medios palatinos del siglo XIV a.C. El dios Milku de Astarot, mencionado en los textos de Ugarit confirma el empleo de este teónimo, según una vieja costumbre semita.
Otras tradiciones conservadas en el ambiente cultural helénico, como las relativas a Melicertes, señalan la existencia del culto a Melkart durante el segundo milenio y el conocimiento de su ciclo en medios egeos, en consonancia con la noticia de Herodoto que visitó la ciudad y preguntó a sus sacerdotes, quienes le dijeron que se remontaba a 2.300 años atrás cuando se fundó la ciudad, fecha que ha sido medida confirmada por las excavaciones arqueológicas, si bien diversas tradiciones recogidas por fuentes tardías sostienen que el templo más antiguo de Melkart se encontraba, no en la isla de Tiro, sino en tierra firme, en la llamada, “Paleo Tiro”, la Usu de los textos egipcios y asirios. A tal respecto el mismo Herodoto afirma que la presencia fenicia en Tasos era en cinco generaciones anterior al nacimiento de Heracles, hijo de Anfitrión. Puesto que el héroe pertenece en el mito a la tercera generación posterior a la fundación de Micenas, sugiere unos contactos muy antiguos que en otros lugares de Grecia, como Beocia, han sido documentados por la presencia de sellos mesopotámicos de los siglos XIV-XIII a.C.

Melkart era una divinidad antigua, tutelar en principio de la realeza tiria, que en época de Hiram I, extiende su carácter protector a toda la ciudad. En este sentido, las reformas de Hiram caben interpretarse como la transformación de un antiguo dios dinástico en una divinidad poliada. Según ello, las empresas marítimas de los fenicios de Tiro asociadas a la presencia de un templo de Melkart, estaban en realidad organizadas por el palacio tirio, de acuerdo con un modelo bien conocido en Oriente, donde están documentadas las asociaciones con fines comerciales -hubur-, si bien a menudo implican la participación del palacio o de algún personaje vinculado a éste. No son pocos los testimonios que muestran a personas vinculadas con el palacio de Tiro implicadas en el comercio fenicio.

El tratado entre Asarhadón y Baal de Tiro menciona a la flota del rey junto a “las naves de la gente del país”, seguramente los mismos a los que Isaías designa como “príncipes” y “grandes de la tierra”.
En Ezequiel el comercio de Tiro parece aún patrimonio del rey y las palabras utilizadas en el texto hebreo original “sohar” y “rokel” para denominar a las naciones que comercian con ella sugieren que se trata, en realidad, de agentes comerciales actuando como intermediarios en aquellos territorios.

El relato sobre la fundación de Cartago, que mezcla elementos de indudable sabor oriental con otros procedentes de un ambiente griego, menciona a Zakarbaal, tío y marido de Elissa, y por tanto miembro de la familia real, que era el sumo sacerdote de Melkart.

Como dice Aubet: “En Gadir y en Cartago la figura de Melkart aparece involucrada en el mismo relato de la fundación. Ello traduce probablemente, la voluntad de asociar los orígenes de estos establecimientos occidentales a la ciudad de Tiro y por extensión a su templo y a su rey”. La salud del palacio tirio al frente de las empresas marítimas parece haber sido considerablemente buena durante todo este tiempo.

Fuente: Tiro, Melkart, Gadir y la conquista simbólica de los confines del mundo. Carlos G. Wagner

10/3/18

Templos de Melkart (I)



Las tradiciones literarias preservadas desde la Antigüedad resaltan la importancia desempeñada por los templos, especialmente el de Melkart en los inicios de la expansión fenicia.
Algunos textos coinciden en situar las primeras fundaciones en un fecha cercana al 1.100 a.C., lo que provoca el escepticismo de muchos investigadores. Otras tradiciones literarias se refieren a la fundación de Gadir, Lixus y Utica en torno al 1.100 a.C. con una notable concordancia.

Veleyo Patérculo (I, 2, 3) fecha la fundación de Gadir en tiempos del retorno de los heraclidas, unos ochenta años después de la caída de Troya y menciona que Utica fue fundada en África un poco después:
Por aquella época la flota tiria que dominaba el mar fundó Gades en el extremo de Hispania, y en el término del mundo, en una isla rodeada por el Océano, separada del continente por un estrecho muy breve. Pocos años más tarde, fue fundada por los mismos Utica.”

No más tarde del año 774 afirmaba Plinio (N.H., XVI, 40; XIX, 63) que el templo de Melkart en Lixus era algo anterior al de Gadir y que Utica tenía una antigüedad muy similar:
Memorable también es el templo de Apolo en Utica donde aún se encuentran las vigas de cedro puestas cuando la fundación de la ciudad, hace 1.178 años”.

Respecto al extremo Occidente, donde las fuentes escritas situan algunas de las fundaciones más tempranas, los recientes descubrimientos en un depósito secundario de la ciudad de Huelva revelan sin ningún lugar a dudas una frecuentación por parte de gentes tirias al menos desde finales del siglo X y comienzos del IX a.C.
Si nos atenemos a la información de los materiales cerámicos. De 7.936 fragmentos de cerámica revisados, 3.233 pertenecen a vasos de tradición fenicia (platos, cuencos, lucernas, jarros, ánforas, etc.), 18 de los que los elementos más consistentes para establecer la antigüedad de la presencia de fenicios en Huelva son un conjunto de once ánforas del tipo 12 de Tiro (Bikai) y quizás, un probable jarro del tipo 9 y tres “spoutedjug”, 4.703 a vasos de tradición indígena, 33 a griegos, 30 a sardos, 8 a chipriotas y 2 a villanovianos.
Entre las cerámicas griegas, destacan 9 vasos adscritos al Geométrico Medio II ático -800 a 770/760 a.C.- (2 cántaros, 2 escifos, 3 cántaros o escifos, un jarro y un asa) y 21 al Sub-protogeométrico Eubeo-cicládico (2 escifos con semicírculos colgantes, 15 platos con semicírculos colgantes y, más dudosos, un alabastrón, una tapadera, un jarro y un asa). De estos, los más antiguos podrían ser algunos platos que A. Nitsche adscribe al Subprotogeométrico I-II (900-850 a.C.).

Una inscripción sobre la superficie externa del cuerpo de un ánfora ha podido ser fechada, por sus paralelos con un ostracón hallado en Israel, en los siglos XI-X a.C. Junto a las cerámicas, destacan, además, los restos de trabajo de marfil, madera, hueso, ágata y trabajos metalúrgicos de plata, hierro y cobre presentes en las escorias, crisoles, hornos, moldes de fundición, y piezas acabadas encontradas, además de algunos vestigios de actividades agropecuarias.
Igualmente interesantes resultan las determinaciones de fechas calibradas de C.14 en el mismo contexto. A tal respecto, cabe señalar una presencia fenicia en el lugar en la primera mitad del siglo IX a.C., si bien es posible que ésta fuera incluso anterior ya que existe al menos una fecha que se remonta al 980/890 a.C.

El famoso depósito de la Ría de Huelva cuya datación por calibraciones de C.14 aporta una cronología absoluta hacia 1.000-950 a.C., viene a señalar que muy probablemente, y al contrario de lo que se ha defendido en muchas ocasiones, la expansión fenicia no siguió una pauta de avances progresivos en los que los fenicios de Tiro irían consolidando posiciones en Chipre primero, para luego pasar a Rodas y el Egeo, de ahí alcanzar el Mediterráneo Central (Sicilia, N. Africa, Cerdeña) lo que les permitiría, por fin, llegar al lejano Occidente. Asimismo introduce algunas incógnitas acerca del momento en que los circuitos de tráfico marítimo atlántico y mediterráneo quedaron controlados por los fenicios. Sobre todo, porque las espadas atlánticas aparecen en el mencionado depósito junto con fíbulas de codo, a las que se propone un origen oriental, y curiosamente también en otros lugares, como en el Cerro de la Miel (Moraleda de Zafayona, Granada) con una datación absoluta en 1.265 a.C., y porque sus moldes, como los de las hachas de apéndices laterales (en realidad azuelas para trabajar la madera) que conocemos también en las Baleares y en Sicilia y asimismo de origen oriental, aparecen luego en un contexto mediterráneo muy vinculado a la presencia fenicia. En efecto, moldes de estas espadas son conocidos en Acinipo (Ronda, Málaga) y Peña Negra de Crevillente (Alicante). Por cierto, que en este último lugar aparecen junto a moldes de hachas de apéndices laterales, que también conocemos en otros sitios como Verdolay. Por supuesto, como es bien sabido, espadas, fíbulas y hachas, forman parte, junto con otros objetos, de la iconografía de las estelas decoradas del S.O. cuyos ejemplares considerados más antiguos se atribuyen a una cronología del s. XI a.C.

Continuando con la evidencia arqueológica procedente de Occidente, hay que citar los cincuenta fragmentos de vasos a torno en contextos del Bronce Final en Andalucía (1.300-920 a.C.), entre soportes de carrete y recipientes contenedores.
De finales del segundo milenio es el colgante de coralina de tipologia chipriota encontrado en Los Castillejos (La Granjuela, Córdoba), un elemento más que nos habla de los contactos con el Mediterráneo oriental. Al igual que la orfebrería de este periodo, en la que se ha reconocido un sistema de pesos minorasiatico, que aparece también en Cerdeña, y que era utilizado en la costa de Siria y Chipre.

No deja de ser curioso que a partir de la desaparición de Ugarit, en el Heládico Final III C (1.225-1.125) estos materiales sigan llegando al lejano Occidente, lo que indirectamente apoyaría la hipótesis de unas precedentes navegaciones chipriotas y ugaríticas hacia la Península Ibérica, reemplazadas luego por las que emprendieron los fenicios de Tiro.
Precisamente, los hallazgos procedentes de Palaepaphos-Skales en Chipre han documentado un impresionante número de importaciones fenicias durante el siglo XI a.C. Puesto que las importaciones chipriotas en la costa fenicia son aún escasas durante estas fechas hasta que se hacen más abundantes a comienzos del siglo X a.C., la iniciativa de estos contactos intensos parece corresponder a los fenicios.

Como muy bien ha captado López Pardo “El empeño de algunos por situar en el siglo IX a.C., la colonización fenicia de Chipre, parece poco convincente. La historia de Kition remonta a comienzos del siglo XII y no al X a.C. como se venía sosteniendo, y la vemos constituida en una ciudad plenamente fenicia desde comienzos del primer milenio.
Parece incongruente que se feche a mediados del siglo IX a.C. la fundación de la colonia tiria de Kition y que por otro lado, se señale que el rey Hiram de Tiro (mediados del siglo X a.C.) tenga que sofocar un alzamiento de los Kiti cien años antes”.

Continuará...

8/3/18

Sancti Petri (España)


El templo de Melkart (Hércules) en Cádiz, fue uno de los grandes hitos del mundo antiguo en la Península Ibérica. Su fama se extendió por todas partes, y las referencias que se encuentran en los escritores clásicos son numerosas y continuas. Su localización en la actual isla de Sancti Petri es aceptada por todos los investigadores.
Sucesivos hallazgos arqueológicos confirman lo que ya Estrabón en el siglo I describía: "Los tirios fundaron Gadeira y alcanzaron el santuario en la parte oriental de la isla y la ciudad en la parte occidental...".

Algunos situaban la existencia del Templo de Melkart en los tiempos donde griegos y troyanos allá por el siglo XII a.C., luchaban en una guerra inmortalizada siglos más tarde, de la que dicen son las dos primeras obras literarias occidentales conocidas atribuidas a Homero.
Si esto fuera cierto, y también lo fuera la fecha de fundación de Gádir (Gadeira para griegos, Gades para latinos, actual Cádiz), podría haberse dado el caso de que el propio templo fuera anterior a la propia ciudad. Sea como fuere, por desgracia el templo ya no existe, pero estaría situado en el lugar que ocupa el castillo de Sancti Petri en la isla del mismo nombre. Eso parece atestiguar el hallazgo de distintos restos arqueológicos en dicha isla y bajo el castillo, incluida una figura del propio dios fenicio Melkart.

El islote de Sancti Petri se sitúa en la desembocadura meridional del caño de Sancti Petri del que recibe su nombre. Antiguamente estaba unido a la isla de Cádiz por una vía que hoy no existe debido a la acción del mar, existiendo todavía vestigios de dicha unión. Fue conocido en la antigüedad como el Santuario de Heracles o Heracleión. Los almorávides lo destruyeron en el año 1.146, buscando el tesoro, encima del cual construyeron el Castillo de Sancti Petri.
Las figurillas de bronce halladas en Sancti Petri que representan un guerrero o un dios en actitud hierática (sagrada) se han asociado a Reshef, el Melkart fenicio, en la primera figura se le representa con la Corona Atef asociada a Osiris.

Fue en tiempos de Hiram I de Tiro cuando se instauró una celebración de carácter anual que tenía por objeto celebrar la resurrección de Melkart. Esta especie de festival divino se celebraba durante la primavera y se representaba la muerte del dios mediante el fuego ritual y su posterior resurrección, todo ello acompañado de himnos.
Fueron muy numerosos los santuarios erigidos en honor de esta divinidad, pero sin duda gozaron de extraordinaria fama los levantados en Tiro y Gadir. Según Herodoto (s. V a.C. ), el Templo de Melkart de Tiro, estaba flanqueado a su entrada por sendas columnas de oro y esmeralda de una riqueza exquisita, en su interior albergaba la tumba del propio dios.
También fue venerado en Kition, Cartago o Lárnaka. Los griegos lo sincretizaron con Hércules, los romanos le llamaron Heracles Tirio y en Lárnaka se asimiló a Poseidón. Su pareja divina era Astarté, diosa de la fertilidad y el amor, también patrona del mar y de todas las actividades relacionadas.

El texto de una antigua fórmula apotropaica, invocaba el nombre de Reshef junto con el de Astarté, como remedio a la acción del demonio al que se atribuía la causa del dolor abdominal. En su doble aspecto de dios guerrero y curandero, combinaba en sí mismo las polaridades opuestas de la vida y la muerte. Reshef era conocido en Egipto y en el Cercano Oriente como Reshep-Shulman. Una región de la orilla oriental del Nilo era conocida como "Valle de Reshep" y fue objeto de culto, principalmente, en Egipto, Deir el Medina y Heliópolis.

Esta divinidad, probablemente de origen sirio, ya era conocido y adorado por los fieles desde el III milenio a.C. en Ebla, donde existían numerosos santuarios levantados en su honor. Una de las cuatro puertas de la ciudad lleva su nombre, y según las famosas “tabletas de Ebla” (Tell Mardikh) es Rasap o Ra-sa-ap. Él aparece como la divinidad de las ciudades de Atanni, Gunu, Tunip y Siquem.
Su culto traspasó fronteras, llegando a tener gran prestigio en Egipto, sobre todo en tiempos del Faraón Amenofis II, que acabo asimilándolo al dios Montu (dios de la guerra egipcio). En las diversas representaciones de Resef que han llegado hasta nosotros, aparece frecuentemente asociado a una iconografía guerrera y en actitud combativa, algo lógico, si tenemos en cuenta que con los enemigos se mostraba cruel y vengativo, y así lo atestiguan los escritos del Antiguo Testamento que hacen referencia a Reshef.
Figura masculina, quizás el dios Reshef, ataviada de forma egipcia procedente del santuario de Reshef-Apolo en Chipre (650-550 a. C.). Fuente: British Museum ©