7/1/18

Egipto de Amarna

Muchos estudiosos creen que el abandono y olvido en que cayó la religión de Akenatón, una vez muerto, se debió al hecho de que en ningún momento llegó a conseguir que las necesidades espirituales en el plano individual y familiar del pueblo egipcio fuesen colmadas con su propuesta religiosa.

La religión de Akenatón nunca dejó de ser una religión del aparato del estado, ya que en el plano individual el egipcio siguió encomendándose a las antiguas deidades. A su muerte, no solo cayó en el olvido el culto a Atón, sino también a Osiris, ya que el destino en el Más Allá dependía de la lealtad al faraón, el pueblo seguía adorando a los viejos dioses y apegado a sus tradiciones y supersticiones. Incluso en la propia capital se han hallado estatuas de otros dioses erigidas ya en esa época.

El cambio religioso provocó también un cambio en los cánones artísticos, la llamada “revolución amarniana” significó un periodo muy interesante en el arte egipcio, pues se pasó del hieratismo monumental a un curioso y descarnado naturalismo en el cual se notan destellos de ternura (como por ejemplo, se puede apreciar en la estela que representa a Nefertiti con sus hijas pequeñas o en el famoso busto que representa a la célebre soberana).

Una de las principales características del nuevo arte nacido con el Atonismo es el cambio en este estilo de representación. Por un lado, se abandonó el canon tradicional de representación del cuerpo humano, que sería modelado a partir de entonces en una nueva cuadrícula de cuatro unidades de ancho por doce de alto, modificación que se mantuvo bajo sus inmediatos sucesores. Las imágenes son más naturalistas, llegándose a extremos descarnados. Se deja de lado la representación idealizada, sin faltas o defectos físicos, y se remarcan algunos rasgos de forma extrema, poseen cabezas alargadas en su parte posterior, ojos rasgados, labios gruesos, mandíbulas prominentes, cuellos largos y estilizados, vientres pronunciados, tanto en personajes masculinos como femeninos, y contornos redondeados que, en muchos casos, dificultan la identificación del sexo del personaje representado.

Con el hallazgo de la tumba de Thot-ank-aton (Tutankamon), se ha podido observar que la momia del faraón-niño poseía un cráneo alargado parecido a las esculturas e imágenes encontradas de la familia real del período de Amarna.
Como consecuencia de ello, se ha especulado con la posibilidad de que este tipo de creaciones artísticas podrían pretender reflejar ciertos atributos físicos compartidos por los miembros de las familias reales, con la intención de ofrecer una imagen homogénea de la realeza.

En un estudio realizado por la American Medical Asociacion sobre el ADN de Tutankamon, un equipo de investigación con egipcios, italianos y alemanes, utilizaron el sistema tomográfico computarizado para estudiar su árbol genealógico, con el fin de conocer su origen y sus antecesores, determinaron que Akenatón era su padre y su madre era una hermana (y primera esposa) de éste llamada Killa.
A pesar de la negativa para liberar los resultados del Adn de Tutankamon, los resultados filtrados por el canal Discovery revelan que es en un 99,6% perteneciente a cromosomas que situarían al individuo en la parte Occidental de Europa, es decir que genéticamente Tutankamon procedía de una raza del Oeste de Europa.

Otro grupo de genetistas del centro genealógico del ADN iGENEA, con sede en Suiza, reconstruyó el perfil de ADN del faraón niño, de su padre Akenatón y de su abuelo Amenhotep III, basándose en la película realizada para Discovery Channel.
Los resultados mostraron que Tutankamon pertenecía a un perfil genético, conocido como haplogrupo R1b1a2, al que pertenecen más del 50% de todos los varones de Europa Occidental, lo que indica que comparten un ancestro común.
Entre los egipcios de hoy día, este haplogrupo constituye menos del 1%, según iGENEA. "Fue muy interesante descubrir que pertenecía a un grupo genético que se da en Europa. Había muchos posibles grupos en Egipto al que podría pertenecer el ADN", dijo Roman Scholz, director del centro iGENEA.
Alrededor de un 70% de los españoles y el 60% de los franceses también pertenecen al grupo genético del faraón que gobernó Egipto hace más de 3.000 años. "Creemos que el ancestro común vivía en el Cáucaso hace unos 9.500 años", dijo Scholz a Reuters. El investigador estimó que la migración más temprana del haplogrupo R1b1a2 a Europa comenzó con la expansión de la agricultura en el 7.000 antes de Cristo.

La Deformación craneal artificial, aplanamiento de cabeza o vendado de cabeza, es una forma de modificación corporal mediante la cual el cráneo se alarga, se consigue distorsionando el crecimiento normal del cráneo de un niño mediante la aplicación de fuerza.
Las formas posibles de deformar el cráneo son: planas, alargadas (producidas mediante el vendado de dos placas de madera a los lados de la cabeza), redondas (vendado con tela) y en forma de cono. Se realizaba durante la infancia, ya que el cráneo es más maleable en esta etapa, debido a que los huesos del mismo no se han fusionado. En un caso típico, el vendado de la cabeza comienza aproximadamente un mes después del nacimiento y continúa durante seis meses.
El registro escrito más antiguo de Deformación craneal data del 400 a.C. en la descripción de Hipócrates de una tribu africana, los Macrocéfalos o "Cabezas largas", llamados así por su práctica de deformación craneal.

Hemos de retroceder hasta el año 2.550 a.C. para entender quienes podían ser estos individuos de cabeza alargada y para ello hemos de viajar hasta el antiguo Egipto.
El profesor Walter B. Emery (1903-1971) conocido egiptólogo, autor de “El Arcaico Egipto“, y que excavó en Saqqara en la década de 1.930, descubrió los restos de individuos que vivieron en la época predinástica. Estos presentaron un cráneo dolicocéfalo, más grande que el del grupo étnico local, el pelo rubio y una constitución más alta y robusta. Emery concluyó que esta población no eran originarios de Egipto pero que habían desempeñado un importante papel sacerdotal y gubernamental en este país. Esta raza no se mezcló con la gente común, relacionándose sólo con las clases aristocráticas, y Emery los asoció con los Shemsu Hor, los “discípulos de Horus”.
Los Shemsu Hor son reconocidos como la casta sacerdotal dominante en el Egipto predinástico (hacia el 3.000 a.C.), mencionados en el Papiro de Turín y en la lista de los reyes de Abydos.
Emery escribe:
Hacia finales del IV milenio antes de Cristo los individuos conocidos como los Discípulos de Horus, aparecen como una casta aristocrática dominante que rige todo Egipto. La teoría que sostiene la existencia de esta raza cuenta con el respaldo del descubrimiento en las tumbas predinásticas, en la parte norte del Alto Egipto, de los restos anatómicos de individuos con cráneos más grandes y constitución anatómica mayor que la población nativa, con tanta diferencia que excluiría cualquier hipotética tensión racial. La fusión de las dos razas debió haber sucedido en la época en que se produjo la unificación de los dos reinos Egipcios”. 

Continuará...


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