17/12/17

Masonería Egipcia (III)


La escuela esotérica que podríamos llamar politeísta, tuvo su máxima expresión en Egipto. Eventualmente decayó y sus templos fueron completamente sepultados bajo la arena. El Templo escondido ahora bajo las arenas, los Islámicos se encargaron de hacerlo inaccesible, los mahometanos impidieron que se buscara, pero en el siglo pasado empezaron a desenterrar templos y sepulcros y descifrar inscripciones, las que son todas exotéricas.

Las esotéricas fueron destruidas, principalmente cuando la desaparición de la Biblioteca de Alejandría, pero no desapareció de la faz de la tierra completamente su inmenso conocimiento, sino que bajo diversas formas y en distintos lugares, casi siempre en contraposición con otras formas de monoteísmo, ha florecido hasta el día de hoy.
Lo que de toda ella se conserva ha sido legado a la humanidad, en primer término, a través de las Escuelas Helénicas.

Cuando la forzada expatriación de los sacerdotes de Amón hizo que tuvieran que refugiarse en Grecia, habitaban ese país seres muy primitivos, dedicados sobretodo a suplir sus necesidades primordiales. Poco tiempo estuvieron allí los sacerdotes de Amón, pero fue el suficiente para dejar una semilla. Al regresar los sacerdotes de Amón a Egipto, fueron a su vez, expulsados los de Atón -monoteístas-, y éstos también se refugiaron en Grecia. Se puede estudiar, entonces, en Grecia y a través de siglos, la influencia de ambos.
Las dos grandiosas concepciones tuvieron derivaciones filosóficas muy importantes: de la politeísta derivaría la Doctrina de la Gracia, y de la de Atón la del Libre Albedrío.

Si suponemos que todo es ilusión, que no es otra cosa que un reflejo, emanación de la Divinidad Inmanifestada, así cualquier cosa -un hombre, su mente, su alma-, no son más que un reflejo, en absoluto dependiente de lo que no se manifiesta. Nada se podrá hacer por un alma para cambiar su destino, sea santo o delincuente, sabio o necio. Llevada esta concepción al extremo conduce al fatalismo: el ser no es libre sino como Dios, en su totalidad.
Sin embargo los que creen en el libre albedrío, podrán sostener: si el hombre es divino, si tiene alguna partícula de divinidad, forzosamente podrá hasta cierto punto determinarse.

Las características de las Escuelas Iniciáticas griegas fueron muy distintas de las egipcias. El sacerdote egipcio estudiaba toda la ciencia, todos los aspectos de la sabiduría. Los griegos, en cambio, estimaban que toda una vida no alcanza para abarcarlas íntegramente.

El Templo egipcio era uno, inmenso; el griego, en cambio, si bien era completo como centro de cultura religiosa, filosófica y pedagógica, se dedicaba a una sola rama. Esto se debía en primer lugar a la constitución física de los individuos; los egipcios eran sorprendentemente robustos, resistentes y flexibles, condiciones notablemente acrecentadas por las drogas y la cirugía, eran también moderados en el apetito sexual, sobre todo entre los sacerdotes. Los griegos, en cambio, si bien hermosos, eran poco resistentes; pocos de ellos hubieran podido soportar el plan egipcio.

Egipto era un reino muy unido al faraón; Grecia se componía de una infinidad de pequeños reinos y ciudades. Todo en ella se dividía. El primer problema que se les planteó a los griegos fue el del sexo. En muchos templos se estudió consecuentemente, de manera primordial, en lo referente a los célibes, la transmutación. Estas enseñanzas fracasaron porque el griego lujurioso, reflexionó así: “Si a los actos materiales naturales los elevamos, ofreciéndolos a la Divinidad, los hacemos también divinos”.
Estaba bien hasta cierto punto, pero no se tardó en cometer abusos y nada menos que con el pretexto de divinizar actos antinaturales.

Muchos de estos seres desarrollaron su inteligencia en forma notable, y han vuelto repetidas veces al mundo físico. Pero hombres inteligentes y capaces han fracasado por atarse a algún vicio -juego, bebidas, mujeres-; y no lograrán descollar hasta que puedan vencer esas facetas.
En segundo término se estudiaba la magia y los poderes psíquicos. Conviene señalar que el griego, en lo que se refiere al amor a la forma, tenía necesidades muy distintas a las de los egipcios. Para el acto sexual tenía un significado doble; muy pocos pasaban del primer grado. En cuanto al segundo grado no existen mayores noticias. Los que llegaron al tercer grado, filosófico, callaron. Muchas obras de los filósofos griegos han llegado hasta la actualidad; sin embargo, las de Platón y sus continuadores reflejaban la tendencia de Amón y de la Gracia; las de Aristóteles y los suyos, las de Atón y el libre albedrío.

Fuente: Historia de las Ordenes Esotéricas- Santiago Bovisio.

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