30/10/17

La República Popular China


En 1.953 después de que el control comunista se hubiera establecido con firmeza en la mayoría de las poblaciones, el Consejo de Gobierno Central Popular inició la elección de los congresos populares locales, que a su vez, eligieron los congresos del ámbito administrativo inmediatamente superior. En 1.954 se completó la red de congresos electos, con la elección del Congreso Nacional Popular, que aprobó el borrador de la Constitución que se envió al Comité Central del Partido Comunista Chino.

La Constitución de 1.954, que reemplazó a la Ley Orgánica de 1.949 como la ley fundamental del país, confirmó la hegemonía del Partido Comunista Chino e introdujo cambios destinados a centralizar el control del gobierno.

La política básica del régimen comunista fue transformar China en una sociedad socialista. Para alcanzar este fin se utilizaron ampliamente la educación en los principios del marxismo-leninismo y la propaganda política, en especial hacia los jóvenes.
Se aseguró a las mujeres una posición de igualdad mediante las nuevas leyes de matrimonio, que pusieron fin a la práctica del concubinato, la poligamia, la venta de niños y la interferencia en los nuevos matrimonios de las viudas, y aseguraban derechos iguales respecto al empleo, propiedad de los bienes y divorcio.
Se controló estrictamente la religión; se obligó a los misioneros extranjeros a salir del país y se colocó a clérigos chinos dispuestos a cooperar con los comunistas, al mando de las iglesias cristianas.
Los intelectuales se vieron sujetos al control gubernativo dirigido a la erradicación de las ideas anticomunistas.

En los primeros años de la República Popular, el gobierno también recurrió al terror en sus esfuerzos por eliminar a toda la oposición y a los enemigos potenciales; en 1.951, las autoridades de Pekín afirmaron que entre Octubre de 1.949 y Octubre de 1.950, se ejecutó a más de un millón de los denominados elementos contrarrevolucionarios. Algunas autoridades extranjeras estimaron que esos datos podrían haberse incrementado a finales de 1.951 a dos millones.

La primera acción de los comunistas fue reconstruir la economía, que se había visto afectada por las consecuencias de las décadas de guerra continua. Inmediatamente instituyeron medidas severas para controlar la inflación, restaurar las comunicaciones y restablecer el orden interno necesario para el desarrollo económico. Su política económica potenció la colectivización agrícola para poder promocionar el ahorro necesario para el establecimiento de la industria pesada.

La industria privada pasó gradualmente a estar bajo propiedad mixta estatal y privada. El control del Estado fue ejercido mediante una serie de programas que implicaban la incautación de los considerados sectores económicos básicos y la paulatina desaparición de algunos propietarios mediante pagos compensatorios fijos.
La reforma agraria se inició en 1.950 y fue seguida de la creación de equipos de ayuda mutua, cooperativas y granjas colectivas.
El primer plan quinquenal, que se inició en 1.953 y se llevó a cabo con ayuda Soviética, potenció la industria pesada a costa de los bienes de consumo. La ayuda económica y el consejo técnico soviético contribuyeron en gran manera al éxito inmediato del programa.

La política exterior china reflejaba la unidad existente en el movimiento comunista internacional en la década de 1.950. China y la Unión Soviética firmaron un tratado de amistad y alianza, y varios acuerdos complementarios que concluyeron en 1.952 y 1.954, por los que la Unión Soviética hizo grandes concesiones a China, como la desaparición de la presencia soviética en Dongbei Pingyuan (Manchuria).
China también pretendió estrechar relaciones con sus vecinos comunistas. Durante la guerra de Corea las tropas chinas ayudaron al régimen comunista de Corea del Norte contra las fuerzas de Naciones Unidas, enfrentándose directamente a las tropas de Estados Unidos.
Cuando este conflicto finalizó en 1.953, los chinos aceleraron el flujo de la ayuda militar a los insurgentes comunistas que luchaban contra los franceses en Indochina.

Zhou Enlai desempeñó un importante papel en las negociaciones de los Acuerdos de Ginebra de 1.954, que terminaron momentáneamente con las hostilidades en esta región.
Con su llegada al poder, el régimen comunista también intentó recuperar los territorios que consideraba dentro de las fronteras históricas de China. En 1.950, las tropas chinas invadieron Tíbet y obligaron al país a aceptar el mandato chino.
En agosto de 1.954, Zhou Enlai declaró oficialmente que la liberación de Taiwan era uno de sus principales objetivos, mientras que desde el campo nacionalista se insistía también en volver a unificar el país. Los comunistas comenzaron a bombardear a principios de Septiembre la isla de Quemoy, que se encontraba en manos de los nacionalistas, y posteriormente atacaron otras islas más allá de la costa de la China continental, entre las que se contaban Matsu y las Tachens.
Los nacionalistas respondieron con ataques aéreos y navales contra el continente.
Cuando en 1.955 los comunistas intensificaron su ofensiva contra las islas, los nacionalistas, con la ayuda de la VII Flota de Estados Unidos, evacuaron las Tachens. Desde 1.958 se ha mantenido de manera general por ambas partes un alto el fuego en los estrechos, aunque el régimen comunista nunca ha renunciado a utilizar la fuerza para conquistar Taiwan.

La prudencia y planificación que supuso el primer plan quinquenal fueron abandonadas en gran medida en el segundo, que comenzó en 1.958. Se impusieron controles más rígidos sobre la economía para incrementar la producción agrícola, restringir el consumo y acelerar la industrialización; se trataba en definitiva de realizar un “gran salto adelante”, como lo llamó la propaganda oficial. Sin embargo, a causa de una mala dirección e inadecuada planificación, el programa fracasó: la economía se desorganizó y la producción industrial descendió entre 1.959 y 1.962 hasta un 50 por ciento.

La situación empeoró en 1.960 con la retirada de la ayuda económica y el consejo técnico de los soviéticos. Mientras la Unión Soviética avanzaba hacia una coexistencia pacífica con Occidente, surgieron diferencias ideológicas entre las dos potencias comunistas hegemónicas. Su alianza se fue deteriorando con rapidez a comienzos de la década de 1.960 y en 1.962 China condenó abiertamente a la URSS por retirar sus misiles de Cuba ante las presiones de Estados Unidos, manteniendo que la revolución era el único medio para poder lograr el objetivo máximo del comunismo: poner fin al capitalismo.

En particular, los chinos acusaron al dirigente soviético Nikita S. Jruschov de revisionismo moderno y de traicionar la ideología marxista-leninista. Como resultado de ello, la URSS cortó totalmente su financiación al desarrollo económico de China.
Los chinos comenzaron a competir abiertamente con la Unión Soviética por la jefatura del bloque comunista y por la influencia entre los nuevos Estados surgidos de la descolonización; con este fin Zhou Enlai viajó a Asia y África en 1.963 para obtener el apoyo a China.
Sin embargo, las tácticas subversivas impidieron los esfuerzos diplomáticos para obtener este fin. En 1.959, tropas chinas penetraron y ocuparon unos 31.000 km2 de territorio que reclamaba la India. Las negociaciones entre los dos países no fueron concluyentes y de nuevo en 1.962 se iniciaron fuertes enfrentamientos, cuando las tropas chinas avanzaron a lo largo de las fronteras reclamadas por India.
Aunque posteriormente los chinos retiraron sus tropas a las posiciones de 1.959, la agresión hizo disminuir el prestigio de China entre los Estados neutrales de Asia y África. En el Sureste asiático, China prestó su apoyo moral así como ayuda técnica y material a los movimientos comunistas de Laos y Vietnam.

Mientras los comunistas luchaban por construir la sociedad china, aparecieron diferencias entre Mao, que favorecía una ideología comunista pura y los intelectuales, profesionales y burócratas, que querían un acercamiento más racional y moderado que animara la eficacia y productividad del país.
En Mayo de 1.956, los dirigentes del partido preocupados por las críticas de los moderados, más pragmáticos, lanzaron una campaña animando a los chinos a “dejar florecer cien flores, dejar luchar a cien escuelas de pensamiento.” Los intelectuales fueron instados a exponer sus quejas al sistema para que los problemas pudieran ser identificados y solucionados.
A comienzos de 1.957 Mao amplió la campaña de las “cien flores”, invitando a la libre crítica de la política gubernamental. Se asumió, por supuesto, que tales críticas se encontrarían dentro del marco del comunismo. Sin embargo en Junio de 1.957 se volvieron a imponer estrictos controles sobre la libertad de expresión, que pusieron fin a la denominada “primavera de Pekín”.

Fuente: Historia de China - Eugenio Anguiano.

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