31/1/17

Tesoros de Canaán (Fenicios V)

Baal Hammon

Para los fenicios, Baal es una deidad omnipresente, si bien posee diversos nombres y atributos, quizás divinidades independientes o subsecuentes nominaciones de difícil identificación, a veces locales, a veces fruto de diversas traducciones como Baal Safón, Baal Shamen, Baal Malage, Baal Addir, Baal Marqod, Baal de Tiro, Baal de Sidón, y sobre todo Baal Hammon, considerado uno de los principales dioses fenicios (rey de los dioses), especialmente adorado en la colonia de Cartago (identificado por los griegos como Cronos y Saturno por los romanos), Baal será designado muy frecuente entre sus mandatarios (ej. Anibaal, Asdrubaal, etc.) como ocurría con el término Khepri (Escarabajo Sagrado) entre los nombres de los faraones egipcios.

Baal significa "señor/amo", sin embargo el significado de Hammon es incierto, siendo posible su origen en Amón "El oculto". Baal Hammon se supone representado en algunas esculturas o relieves en forma de un personaje masculino maduro, sentado en un trono entre dos esfinges o por un novillo de cuernos finos. Hijo de El y Astarté, era una divinidad (posiblemente solar) de varios pueblos situados en Asia Menor y su influencia entre fenicios, cartagineses, caldeos, babilonios, hititas, sidonios y filisteos, generó variaciones locales y temporales. Era el dios de la lluvia, del trueno y la guerra, combatiendo contra su enemigo, el dios del mar Yam, para lo cual, el dios Kothar, dios de la artesanía y de la técnica, le había fabricado dos mazas para enfrentarse en las batallas. Con la segunda de ellas, derribará a Yam, y tendrá una victoria que dará valor a los marinos para enfrentarse con el mar. Tuvo, entre otras, una esposa llamada Baalit que se representaba como una mujer hermosa.

Probablemente con derivaciones locales (sino el mismo), tenemos al joven Baal Hadir en Biblos, Señor Potente de la renovación del ciclo de la muerte y el renacimiento, de él derivaría Adonis, de Adon (Señor). A Baal Shamem, dios supremo en Cartago, que a comienzos del s. V. a.C. pasó a Baal Hammon (Señor del altar de los perfumes) vinculado a sacrificios infantiles (molk, tofet o tophet bíblico) citado en el Antiguo Testamento, y por Eusebio de Cesarea, Justino, Clitarco, Diodoro Sículo, Plutarco, Tertuliano o César, entre otros, en habituales sacrificios ofrecidos para evitar una mayor penalidad inminente (restos frecuentes en yacimientos de Mozia, Sulcis, Monte Sirai, Nora, Bitia, Cádiz, etc.), y como terribles ejemplos, citemos el de Tharros, con 5.000 urnas con restos de infantes, o el de la colina de Salambó, en Cartago, donde se han hallado hasta 20.000 hornacinas funerarias infantiles, con restos incinerados de infantes (la incineración, y no la inhumación era práctica habitual, sobre todo en periodos iniciales y finales de su dilatada historia, cuando se alternarían ambas prácticas), desde recién nacidos a pequeños de tres años, sacrificados entre el s. VII-II a.C., práctica ritual funeraria en la que tanto incidieron judíos, griegos y romanos. Al considerar idólatras bárbaros a los fenicios/cartagineses, Farisea critica cuando esta práctica se menciona varias veces en el Antiguo Testamento, el caso de Abraham con Isaac, que servirá como referente al sacrificio del Hijo de Dios es ejemplo, o entre los clásicos el sacrificio de Ifigenia por Agamenón.

En La Biblia, Baal ( לעב Ba‘al) es uno de los falsos dioses, al cual los hebreos rindieron culto en algunas ocasiones abandonando su adoración a Yahvé. Por ello predicaron una especial animadversión hacia él, y con ella se arrastrará a las moscas hacia lo demoniaco en Occidente.
Aunque la vinculación de las moscas con la muerte es biológicamente lógica, y aparece en muy diversas culturas, Baal fue un dios Cananeo con poderes mágicos para prevenir las enfermedades, e introducido en Egipto por los Hicsos (fue particularmente venerado por ellos en Avaris durante su invasión de Egipto) y por los comerciantes fenicios de quienes era también protector de la navegación, y por otra parte Beelzebub era uno de los Dioses Patrones entre los Filisteos en la antigua Palestina, y se identifica con el dios de Ekron, Baal-Zebub. El término es una imitación deliberada del término cananeo Baal-Zebul (príncipe Baal), uno de los títulos del dios Baal. También le llamaban “Señor de las moscas”, derivado del "Baal-Zevuv” hebreo, que tan citado aparece en la Gehenna semítica.

En el texto persa Vendidad está escrito que tan pronto muere una persona, este dios entra en el cadáver en forma de mosca, y por ende, será asociado a la muerte, al mal y a lo diabólico entre algunos de sus enemigos, así Caldeos, Filisteos o Fenicios asociaban la mosca con Belzebub (Belcebú) deidad semítica de las ciudades de Beel, Ekron o Baal, al que también llamaron “Señor de las moscas”.

Su documentación escrita se remonta a Mesopotamia y al maléfico Señor de las moscas derivado de Baal Zebub, o más exactamente Ba‘al Z'vûv, en hebreo בובז לעב con muchas variantes, el conocido demonio de la muerte tan temido entre los persas, que a su vez era el nombre de una divinidad filistea: Baal Sebaoth (deidad de los ejércitos), príncipe de las moscas, adorado en épocas bíblicas en las ciudades de Ekron y Avaris, su culto lo vemos extendido por todos los pueblos de esta región mediterránea.

Entre los hebreos el nombre Beelzebub era usado con burla hacia los adoradores de Baal, debido a que en sus templos la carne de los sacrificios se dejaba pudrir, por lo que estos lugares estaban infestados de moscas, y fue permanentemente referido en la Biblia (II Reyes 1: 1-18).

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28/1/17

Tesoros de Canaán (Fenicios IV)

La mitología fenicia es una de las más antiguas del Mar Mediterráneo. Eusebio, obispo de Cesarea, escribió en 280 d.C. que "La mayoría de las teogonías del mundo proceden de los fenicios y de los egipcios". Tiene evidentes conexiones e influencias con las mitologías babilónicas y egipcias, y consecuencias en las religiones posteriores del orbe mediterráneo.

Como casi todo lo referente a los fenicios, la mayor parte de sus creencias y cultos han de recabarse en fuentes indirectas, principalmente en La Biblia con referencias de cultos tirios y sidonios, y en los textos clásicos, en ambos casos bastante sesgadas, sean proféticas o causadas por rivalidades económicas, comerciales o bélicas, y sin que existan apenas registros originales, un centenar de escuetas inscripciones en estelas a deidades y poco más.

Los fenicios fueron marcadamente politeístas, y si no lo iniciaron, sí extendieron la creencia de que los dioses eran omnipresentes e intervenían de forma permanente en todos los sucesos de la vida y de las cosas, y de que en sus manos estaba el cambio en el curso de cualquier acontecimiento. Por ello era necesaria la permanente plegaria, las ofrendas y el sacrificio (elementos marcadamente sumerios), con el consecuente acopio de un cuerpo sacerdotal y de ingresos para realizarlos y administrarlos, elementos que se sumarían en sus intenciones y deseos a la interpretación de elementos naturales. Por el Antiguo Testamento conocemos su veneración a elementos o espacios naturales (bosques, montañas, manantiales, lagunas, piedras, árboles, etc.), también de marcadas raíces mesopotámicas.

No solo sus deidades tenían asignadas determinadas potestades, sino que existió culto a elementos abstractos (al año, al mes, a la vejez, a la muerte, al arte, a la pobreza, etc.) con sus propios altares, y ejemplo tenemos en el Templo de Hércules en Cádiz, que mencionan Philóstrato o Aeliano. En las nuevas colonias su fundación estaba aparejada con la existencia de una laguna o una fuente o manantial (lógico para su inicial mantenimiento), y con la construcción de un templo dedicado a una deidad tutelar (ej. Melkart para Utica, Gades o Lixus), con la que se iniciaba el proceso fundacional y, de paso, el cobro y administración de tributos (incluso hay referencias que a la entrada de templos como el de Marsella, Cartago o Cádiz, se anunciaban las “tarifas”, según el tipo de sacrificio a realizar, y se indicaba el reparto de lo que, tras lo ofrecido a la deidad, correspondía al templo o al oferente sobre los restos del sacrificio.

Su cosmogonía comienza con la unión del caos primitivo con una divinidad. De esta unión nació el huevo cósmico (Mot), y de su división se generó el cielo y la tierra.
Los fenicios no tuvieron el concepto de un dios único o una deidad suprema, aunque el dios principal a quien denominaban genéricamente El (o il), se consideraba el ser supremo, padre de todos los dioses del panteón fenicio (similar a lo acontecido en Mesopotamia). Se le asociaba con el sol, y era el que distribuía el tiempo, teniendo bajo su control los años, meses, días y noches. Además tuvieron otras deidades principales (a veces difícilmente distinguibles, ej. Tanit con Astarté), siempre fueron politeístas, incluso los dioses adorados por ellos varían de una ciudad a otra (Melkart para Tiro, Astarté para Sidón, etc.), ya que cada ciudad pretendió una cierta independencia (similar a los dioses locales mesopotámicos y a los de los Nomos egipcios), también en la órbita religiosa.
Algunas divinidades están presentes de una forma u otra en la mayoría de las ciudades. Las divinidades principales son Baal y Astarté.

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22/1/17

Tesoros de Canaán (Fenicios III)


La mayor parte de las colonias fenicias eran tirias (fundadas por Tiro), y desde Tiro se generaron colonias en Cartago (ciudad nueva, fundada por Pigmalión, 820-774 a.C./814-813 a.C.), Gadir o Gdr (Cádiz), que será llamada Gadeira por los griegos y Gades por los romanos (fuentes clásicas como Estrabón o Velleio Paterculo citan el 1.110 a.C., aunque los registros arqueológicos no superan el 770 a.C.), Útica (1.101 a.C.). Y más allá del estrecho de Gibraltar, en el entorno del mítico reino de Tartessos, abriendo las puertas de las rutas del Océano Atlántico, bien hacia el norte de Europa (Bretaña, Cornualles) o hasta el sur de África, y hacia el este por las costas de Asia y el mar Negro. 
Colonias sidonias (fundadas por Sidón) estaban establecidas en la ribera norte del Mediterráneo, como Temesa (cerca de Nápoles), la islas de Citerea, Chipre, Creta y Rodas o en Asia, y se ha señalado como un rasgo propio de las colonias sidonias en la Península Ibérica ciertos topónimos con la terminación –ipo: Baicipo, Dipo, Acinipo, Lacipo, Iripo, Oripo, Ostipo, Sisipo, Ventipo, Olisipo.
Se dice que entre las colonias de Sidón, Paros proporcionaba marmol, Thasos oro, Melos azufre y alumbre, y Tartessos plata, mientras que el tinte púrpura aumentaría sus provisiones en Citerea y Creta.

En la costa africana son localidades de fundación fenicia, Rhysaddir/ Melilla (actual España), Ema, Tamuda, Tangis/Tingis, Rusibis, Zili, Mogador y Lixus/Lixos (actual Marruecos), Hipo Regius, Citra, Chullu, Icosium, Iol, Sidi Abdselam del Behar y Kudia Tebmain (actual Argelia), Acholla, Utica, Hadrumemtum, Mahdia, Leptis Minor y Thapsus (actual Túnez), Leptis Magna, Oea/Trípoli y Sabratha (actual Libia), etc.

En las islas del Mediterráneo occidental/ central, son fenicias las colonias de Iboshim o Eubussus (Ibiza), Nora, Sulcis, Tharros, Cágliari, Bithia y Olbia (Cerdeña), Mozia, Solunto, Palermo (Sicilia) y Malta (Tas Silg y ocuparon Gozo, Pantelaria), y en el Mediterráneo oriental Kition (Chipre), entre otras, precediendo a los griegos en algunos decenios en la expansión mediterránea (primera colonia comercial griega en Isquia hacia el 775 a.C. y en la Península Ibérica con los foceos c. 650-600 a.C.).

Los fenicios fueron los colonizadores históricos de la Península Ibérica, que conocían con el nombre Ishepham-im.
En fuentes latinas, griegas y medievales se habla de un héroe llamado Hispan, Hispano o Híspalo, que sería la palabra latinizada de una divinidad llevada a la Península por los fenicios, llamado Baal Sapanu (B’l Spn), cuyo nombre significa “Señor del Sapanu”. El Sapanu es un monte mítico situado en un norte ubicuo (que está en todas partes), montaña de la cual era dios Ispan o Hispano, que desarrolla sus principales andanzas en la ciudad fenicia de Gades, casualmente existía un lugar llamado Sapanu en esta ciudad. Con el paso del tiempo, se extendió el conocimiento del terreno y el término Hispania (tierra de Hispan) pasó a denominar a toda la Península.
Los restos arqueológicos más antiguos descubiertos hasta la actualidad proceden de Malaka (Málaga) y Gadir (Cádiz), aunque establecieron colonias también en el Mediterráneo balear (Ibiza) y peninsular en Toscanos (Vélez-Málaga), Sexi (Almuñécar), Abdera (Adra), Cerro del Prado, Chorreras, Villaricos, Mazarrón, Guardamar del Segura, etc. etc., y en el área Atlántica en Onuba (Huelva), Abul (Alcacer do Sal) y probablemente en Olissipo (Lisboa).

La rivalidad secular que mantenían griegos y fenicios por las rutas comerciales y el establecimiento de sus colonias llevó en el siglo VI a.C. a un enfrentamiento militar de gran envergadura, la Batalla de Alalia (537 a.C.), en la que la colonia griega focense de Alalia se enfrentó a la flota cartaginesa, aliada con los etruscos, redefiniéndose la relación de fuerzas en la región. Más adelante se reanudará el conflicto, esta vez con Roma, en las Guerras Púnicas.

Como venía ocurriendo en todas las antiguas civilizaciones de Oriente Medio, y acabará ocurriendo en la egipcia, también inicialmente en Fenicia, el poder religioso (sacerdote) y el gobierno (rey) acabarán siendo la misma cosa, el Palacio y el Templo serán los centros del poder, recordemos que cuando el rey Salomón solicitó ayuda a Hiram de Tiro para la construcción de su famoso templo (a imagen del Templo de Melkart), éste no solo iba a ser la Casa de Dios, sino también la suya propia, y con este perfil teocrático ambos centros serán gobernados por la misma persona, y el carácter hereditario de sus potestades se encargará de perpetuar y aumentar su poder.
En ciertos periodos, como ocurrió en Tiro tras la sumisión a los babilonios a la muerte de Baal II (564 a.C.), se instauró un gobierno electivo de sufetes (jueces), similar a los llamados Jueces de Israel que menciona La Biblia, aunque más adelante los persas permitirían restaurar la monarquía. Este sistema también aparecería en colonias como Cartago y Gadir.
Estos mandatarios aparecerán entronizados, y con frecuencia acompañados por seres alados o deidades locales (Zakarbaal, Abibaal, Elibaal, Shipitbaal de Biblos, Ithobaal I, Ithobaal II o Baal I de Tiro, etc.).

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21/1/17

Tesoros de Canaán (Fenicios II)

Las naves Fenicias eran envidiadas por todos sus contemporáneos, y los griegos llamaron a alguna de sus embarcaciones pentecóntera (de unos 25 m. y 50 remeros), birreme (con dos pisos de remeros), trirreme (de unos 36 m. y con un piso de remeros supletorio fuera de la borda con un total de 180 remeros), o a las típicamente comerciales gauloi, gaulos “bañera”, y a las últimas naves cartaginesas se las conocieron como tetrera y pentera, de casi 40 m. y 240 y 300 hombres respectivamente.

Las gaditanas se conocieron como hippoi, y sus barcos de guerra estaban armados con su agresivo espolón en proa y con atemorizantes ojos en sus costados, por cuyas pupilas trascurrían los amarres de sus anclas, o poseían un típico mascarón de proa en las comerciales.
Sus ejércitos estaban mayoritariamente compuesto por mercenarios, los fenicios se jactaban de que sus remeros eran ciudadanos libres (también hubo reservas de ciudadanos en armas, al menos en Cartago), nada que ver con los desafortunados esclavos reos romanos o con los condenados a galeras en nuestras imperiales naves.

La necesidad del transporte de mercancías a largas distancias estimuló la construcción naval y la mejora en las técnicas de navegación. En cierta medida consiguieron establecer una talasocracia marítima que alcanzó el "gobierno de los mares", y que desde sus primeras acciones comerciales fuera de sus fronteras, hacia los dos últimos siglos del II milenio a.C. En Egipto, Anatolia y Chipre, les llevó a controlar comercialmente el mar Mediterráneo, al menos el más meridional y occidental.

La colonización fenicia fue un fenómeno meramente de intercambio comercial y cultural, sin imposición de normas ni conquistas territoriales en el interior los comerciantes de Sidón crearon asentamientos-almacenes amurallados, y los de Tiro fundaron hacia el año 800 a.C. en Chipre y el norte de África, Qart Hadasht (ciudades nuevas Kition, Utica, Cartago), cuya posición estratégica entre el Mediterráneo occidental y oriental la convirtió en la más importante de todas sus colonias, que terminó por acoger el centro de la civilización púnica cuando las ciudades del Levante fueron conquistadas por el Imperio Persa (539 a.C.).
La presión ejercida por diferentes vecinos, especialmente por los asirios primero y por los neobabilonios y persas después, desencadena que las factorías fenicias se esparcieran prácticamente por toda la ribera sur mediterránea y sus islas.
                                 Nave de Guerra

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17/1/17

Tesoros de Canaán (Fenicios I)

Fenicia (en fenicio kanaan o Pūt) es el nombre de una antigua región de Oriente Próximo, cuna de la Civilización Fenicio-Púnica, que se gestó en la costa oriental del mar Mediterráneo.

La primera referencia documentada de los Fenicios durante el II milenio a.C., es la correspondencia entre el rey de Biblos y el faraón Akhenatón incluida en los Archivos de Amarna, y hasta su proclive y definitivo ocaso tras la Tercera Guerra Púnica entre el 149-146 a.C. se han encontrado textos y crónicas del asedio y actuación de los ejércitos de Publio Cornelio Escipión sobre Cartago escritos por Tito Livio, Apiano, etc. El resto, lo podríamos llamar sus registros propios, no son más que escuetas referencias epigráficas escritas en textos funerarios, estelas, etc., que aunque numerosas (especialmente las más recientes provenientes de Cartago), no son poco más que dedicatorias votivas reiteradas de las que extraemos nombres de deidades, pero apenas casi nada sobre sus creencias, rituales o acontecimientos históricos.

Su estrecho territorio, entre las montañas y el mar, abarcaba unos 300 Kms. desde la desembocadura del río Orontes (al norte) y la bahía de Haifa (al sur), comprendiendo áreas de los actuales estados de Israel, Siria y Líbano, una región denominada antiguamente por algunos como Canaán. El nombre étnico que según La Biblia se daban los fenicios a sí mismos era kenaani “canaaneos” o ben kenaan “hijos de Canaán”, y coincide con el pueblo cananeo de la zona sirio-palestina, y no parece definirlos como tal en su conjunto pues también el texto cita al pueblo sidonio o tirio, que han de considerarse previos a los fenicios.
De Phoíniks derivó el término “fenicio”, que se aplica más bien a los descendientes de los cananeos que habitaban en la franja costera desde Dor (actual Israel) hasta Arados o Arwad (actual Siria), entre el 1200 a.C. y la conquista musulmana. Este término denominaba estrictamente la región costera de Canaán (cananeos citados en la Biblia), y muchos de los pueblos fenicios lo utilizaban como sinónimo.

De phoinix, pōnīm (“hombre de la púrpura”) o de raíces hebreas y egipcias poniki, derivarían también las formas latinas “poenus” y “punicus”, con los que pasarían a la historia los fenicios cartagineses, por lo que la denominación de este pueblo es variable según el origen de las citas y el paso del tiempo (cananeos, fenicios, púnicos, cartagineses), ha de decirse que nunca tuvieron noción de nación-estado, solo localmente se autodenominaban tirios, sidonios, giblitas, etc., dependiendo de su ciudad de origen, y tampoco intentaron reconocimiento político como unidad común.

Su suelo era montañoso y poco apto para la agricultura, aunque sus codiciados cedros y sus conocimientos en viticultura fueron bien conocidos ya desde antiguo, y por poner algunos ejemplos se pueden leer “Las lamentaciones de Ipu-ur”, texto egipcio del III milenio: Hoy día nadie navega hacia el norte con rumbo a Biblos ¿Qué haremos sin cedros para nuestras momias?..., o el Papiro de Moscú del s. XI a.C., donde se relata el viaje de un tal Wenamón a Biblos, con la intención de comprar maderas para la nave de Amón. El pacto entre Hiram de Tiro entronizado 969-936 a.C. y el famoso rey Salomón, firmado para la construcción de su templo con cedros, cipreses y artífices fenicios, o los tributos en marfiles y maderas exigidos al rey de Tiro y Sidón Ithobaal por parte de Asurbanipal II (883-859 a.C.).

Fenicia y sus ciudades y puertos, desde Acre y Tiro, Sidón y Biblos, hasta Arados y Ugarity, por su posición geográfica entre el mar y el desierto de Siria y del Sinaí con Egipto hacia el sureste, y hacia Mesopotamia y Asia Menor al noreste, estaba destinada a ser una rica encrucijada comercial que siendo codiciada por los grandes imperios vecinos, estos acabarán invadiendo su territorio en varias ocasiones.

La consolidación del Reino de Israel y de los imperios interiores, y posteriormente de la Civilización Asiria y la Egipcia, dificultaban y limitaban su comercio, y no les quedó otra alternativa que el mar.

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11/1/17

Tesoros de Canaán (II)

Sello de Jacob

Los jeroglíficos en el centro de este escarabajo cananeo se leen Yqb, la transcripción egipcia del nombre semítico Yaqub, una variante de Yakob o Jacob. Fue encontrado cerca de Haifa, Israel y data del siglo XVIII a.C. Se cree que perteneció a algún rey cananeo de ese nombre.

El signo jeroglífico egipcio Ankh significa “vida” o la vida eterna del espíritu. Como amuleto, favorece la longevidad y la sabiduría de quien ha vivido muchas vidas. Llevar un talismán con el Ankh significa solicitar fertilidad y abundancia, pero también ir en pos de la espiritualidad.
El símbolo Ankh combina los principios generativos del hombre y de la mujer en un solo diseño. El lazo o curva representa los órganos de la reproducción femenina y el resto lo masculino.

Su imagen es similar a la cruz cristiana, solo varía la parte superior en forma ovalada a modo de asa. La argolla superior representa la entrada del agua que inundaba el valle del Nilo y producía la fertilidad. Era uno de los principales atributos de la diosa Isis, quien consiguió devolver la vida a su esposo y hermano Osiris. Aunque la mayoría de los dioses, en su calidad de inmortales, la llevaban. Son muy numerosos los grabados y esculturas en los que aparece un dios o diosa con la cruz en la mano, acercándosela a la nariz de algún otro dios o protegido. Con este gesto el portador de la cruz insuflaba aliento de vida al otro, quien a su vez, lo recibía a través de las ventanas de su nariz.
A menudo se la representó en la mano de los faraones egipcios, en cuya coronación jugaba un importante papel. Es la vida con mayúscula, la que no acaba con la muerte, la que resurge y continúa. Se aplicaba a la frente de los faraones, para que su visión de la eternidad prevaleciera durante todo su mandato por encima de cualquier contratiempo.

Un antiguo escarabajo egipcio datado en 3.500 años que perteneció al Faraón Tutmosis III, fue descubierto recientemente por un explorador en Galilea, Israel. Cerca de un volcán extinto conocido como los Cuernos de Hattin en la Galilea Baja, Amit Haklai lo vió en medio de rocas de basalto negro. El escarabajo muestra al Rey Tutmosis III sentado en su trono y en frente de él, un cartucho que dice su nombre. Un cartucho es un antiguo símbolo egipcio en el cual un marco ovalado circunda el nombre de un rey egipcio en jeroglíficos. Tutmosis III fue el sexto faraón de la XVIII Dinastía (1479-1425 a.C.) en el Reino Nuevo de Egipto. Durante los 22 años de su reinado, él gobernó como corregente con la Reina Hatshepsut, su madrastra y tía. Tutmosis III dirigió varias campañas militares en el Cercano Oriente y en el Medio Oriente; durante su reinado Canaán llegó a estar bajo el dominio egipcio. Las conquistas de Tutmosis, incluyendo una exitosa batalla en Megido, están registradas en los muros del Templo de Amón en Karnak.
En el artículo “In Pharaoh’s Footsteps” (En las huellas del Faraón) de la revista Archaeology Odyssey, Eric H. Cline describe la importancia del ataque de Tutmosis III a Megido en el 1479 a.C.
Las 17 campañas de Tutmosis III en Palestina, se llevaron a cabo casi cada año durante las siguientes dos décadas. La campaña de Megido podría haber sido la más significativa, porque inmediatamente reestableció la autoridad egipcia en el área y les mostró a los cananeos que sus señores de la guerra estaban allí para quedarse. La presencia egipcia en el sur del Levante permaneció firme durante los siguientes 200 años.


3/1/17

Tesoros de Canaán (I)

Medallón formado por un disco de plata con grabado de una estrella de ocho puntas descubierto en Tel Gezer.

Un tesoro de raros objetos de oro y plata que datan del período cananeo de 3.600 años de antigüedad, se ha desenterrado en una excavación en el Parque Nacional Tel Gezer, en las colinas de Judea. Entre los hallazgos se encuentran un colgante de plata con un disco grabado en relieve con una estrella de ocho puntas y un escarabajo egipcio cubierto de oro. Los arqueólogos creen que el tesoro es de naturaleza ritual, y fue colocado dentro de los cimientos de un edificio de varias habitaciones como una ofrenda religiosa.

Colgante con escarabajo que data del periodo cananeo descubierto en Tel Gezer.

El tesoro fue encontrado en un recipiente de arcilla con tapa, envuelto en lino tejido cuyos patrones son todavía parcialmente visibles. La torsión de dos hilos típicos de tejido de lino de la época se puede ver en la tela, que está inusualmente bien conservado al haber sido presionado contra los metales preciosos a lo largo de los milenios.

Hasta la fecha, solo se han encontrado en Israel otros dos paquetes textiles del período del Bronce Medio: en Jericó, en el valle del Jordán, y en Rishon Lezion, en la llanura costera. El depósito de metales, se dividió en cinco partes en el laboratorio de metal de la Autoridad de Antigüedades. Tres de las piezas estaban compuestas de piezas de plata, como anillos y una cadena, pero muchos no podían separarse del grupo debido a la corrosión. Las otras dos partes rodean el colgante de plata con un disco redondo de 3,8 cms. de diámetro, grabado en relieve con una estrella de ocho puntas en medio de la cual hay una esfera. En el borde del disco hay dos cilindros huecos finos para atar una cadena, y una media luna que es de 5,3 cms.
La profesora Irit Ziffer de la Universidad de Tel Aviv reconoció los símbolos como representantes de dioses cananeos similares a los dioses acadios de Mesopotamia, Ishtar y Sin. Ishtar era la diosa de la fertilidad, el amor y el sexo, mientras que Sin era el dios de la luna. La excavación la lleva la Autoridad de Parques Nacionales y el Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans, bajo la supervisión de la Autoridad de Antigüedades de Israel. Este hallazgo es un logro significativo que arroja luz sobre la cultura cananea en Israel hace más de 3.600 años, y consolida aún más la posición del Parque Nacional Tel Gezer como una joya arqueológica de gran importancia para Israel.

En Génesis 12:6 se menciona la presencia cananea en esta región en vida de Abraham: “Pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encinar de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra”.
En el libro de Josué 10:32-34 se relata su conquista: “Y Dios entregó a Laquis en mano de Israel, y la tomó al día siguiente… Entonces Horam rey de Gezer subió en ayuda de Laquis; mas a él y a su pueblo destruyó Josué.” Aunque como relata Josué 16:9-10 “no arrojaron al cananeo que habitaba en Gezer; antes quedó el cananeo en medio de Efraín”.
En 1 Reyes 9:16-17: “Faraón el rey de Egipto había subido y tomado Gezer, y la quemó, y dio muerte a los cananeos que habitaban la ciudad, y la dio en dote a su hija la mujer de Salomón. Restauró pues, Salomón a Gezer”.
La antigua ciudad de Gezer fue un enclave importante desde la Edad de Bronce, ya que estaba situada en la Ruta del Mar, una ruta comercial que conectaba a Egipto, Siria, Anatolia y Mesopotamia. Según el relato de Génesis, fue entre el 1.700 y el 1.200 a.C. cuando se calcula que vivió Abraham; fecha que sería posterior a la de los objetos encontrados.