28/9/16

Hijos de Jafet (Magog, Madai, Javán)



Magog (hijo de Jafet)

Es muy poco lo que se sabe de la identidad del pueblo descendido de Magog. No está ni siquiera claro si el nombre es la forma original o si está compuesto de dos elementos, Ma y Gog. El prefijo Ma se añadía con frecuencia a un nombre personal, y significaba «el lugar de». Magog significaría entonces «el lugar de Gog», esto es, el territorio de Gog.
Según Chamberlain, el prefijo Ma significa «tierra» en húngaro y estonio, con la forma maa, tiene el mismo significado en finés.

En cuneiforme, el signo para Ma se podría comprender como un vallado o un área sembrada, empleándose dos diferentes diagramas en diferentes tiempos. Aparece una cantidad de nombres antiguos con o sin el prefijo Ma. Según Lloyd las dos formas Chin y Machin se emplean para China.
Conder interpretó la forma Magan (que designa a la región del Sinaí) como un término compuesto que significa «el lugar de fuerza», «tierra vallada», o un término similarmente descriptivo. La palabra ordinaria en asirio y babilónico para «tierra» o «país» es matu, que a menudo se abrevia a mat. Y «el país de “Gutu”», según Sayce, aparece en inscripciones asirias como Mat Gugi. Por ello, él consideraba que Gog es el Gutu de las inscripciones asirias, y el Gyges de los griegos (que parece dudoso, siendo de fecha demasiado tardía), y que el término compuesto «Magog» significa la «tierra de Gog», esto es, Mat Gugi.
Hay alguna indicación de que Marco Polo comprendió la palabra «Mungul» como una corrupción de la palabra «Magog», porque se encontró con una asociación de nombres «Ung» y «Mungul”, que consideró que se correspondían con Gog y Magog. Parece estarse refiriendo a un tiempo anterior a la migración de los tártaros. Es concebible que la palabra «Mongol» fuese inicialmente asignada a un pueblo descendido de Gog y de procedencia indoeuropea. Cosa curiosa, se ha informado de pequeños grupos humanos todavía reteniendo una lengua de forma indoeuropea en áreas ahora completamente dominada por los mongoles.
Bochart derivó la palabra «Cáucaso» de un compuesto de «Gog» y «Chasan», que significa «el lugar fuerte de Gog».

Según Josefo, los descendientes de Gog fueron posteriormente conocidos como los Escitas, de los que dice que eran también conocidos como los magoguitas. Estas gentes vinieron a formar posteriormente la mayor parte de la etnia rusa. Se hace mención de Gog en Ezequiel (38:2) como «príncipe soberano de Mesec y Tubal». Se puede observar que rosh, que en este pasaje se traduce «príncipe soberano», significaba los habitantes de Escitia. Los rusos derivan su nombre de este término. Rusia era conocida como Muscovi (Moscovia) hasta la época de Iván el Terrible, nombre indudablemente vinculado con Mesec.
El Imperio Ruso fue creado por los príncipes moscovitas, que fueron primero los Grandes Duques de Moscú, pero fue Iván (1533–1584) quien realmente consolidó y extendió su gran Imperio hasta que alcanzó el Mar Blanco al norte y el Mar Caspio al sur, y que desde entonces fue llamado Rusia.
Como se ha dicho al principio, hay bien poca certidumbre acerca de todas estas cuestiones, pero los indicios que tenemos señalan en la misma dirección general, es decir, que el área comúnmente conocida en la actualidad como Rusia tiene una población que probablemente puede remontarse mayormente a Gog.

Madai y Javán (hijos de Jafet)

La parte que estos pueblos tuvieron en la historia antigua está bien definida, y se puede exponer sin las complicaciones que presentan la mayoría de los nombres anteriores.
Está razonablemente claro que los Madai aparecen posteriormente como los medos, y que Javán dio origen a los jonios. En su libro Races of the Old Testament, Sayce dice que los medos afirmaban su relación con los arios del norte de la India, y en los monumentos persas (por ejemplo, las inscripciones de Behistún) son designados como los «Mada», Persia fue al principio su área general de asentamiento. En las inscripciones asirias se les menciona como los Ma-da-ai.

Antes de que surgiera una separación completa de las diversas nacionalidades (medos, persas, griegos, celtas, etc.), los jafetitas quedaron divididos primero en dos grandes grupos. Uno de ellos constituyó los antepasados de los indios y persas, mientras que el segundo fue el agregado de las tribus que después compusieron las naciones de Europa. De ahí que la palabra «indoeuropeo» es un buen resumen de nuestros orígenes etnológicos.
La separación de estos dos grupos precedió probablemente a esta división más pequeña en nacionalidades, se sugiere en el temprano surgimiento de nombres que distinguían a estas dos grandes divisiones. Los antecesores de los indo-persas asumieron para sí mismos de forma peculiar el término «Aryas», y dieron al otro grupo el nombre de «Yavanas», palabra que puede tener relación con nuestro término Young (Joven), aunque al parecer, es claramente una reminiscencia del nombre Javán. De modo que Javán y Madai, por así decirlo, pueden denotar colectivamente a las dos ramas de la familia indoeuropea.

Los orientales parecen haber usado el término Yavan para la raza griega como un todo. Los asirios llamaban a los griegos de Chipre los «Yavnan». Los persas se refieren a los griegos de Asia Menor y de las islas del Egeo como los «Yuna». Los términos «griego» y «heleno», «aqueo» y «dorio», parecen haber sido desconocidos en Asia, según Rawlinson.

En los días en que los monarcas egipcios de la IV Dinastía estaban levantando sus pirámides, el Mediterráneo era ya conocido como el «Gran Círculo de los Uinivu», que algunos identifican con Javán.
Larned sugiere que la península italiana fue ocupada por pueblos de una familia que había viajado a Grecia, y que luego cruzó los Apeninos y se extendió hacia el sur a lo largo de la costa occidental. Es evidente que en el nombre «Javán» tenemos una referencia muy antigua a la raza básica que ocupó al principio Grecia y quizá parte de Italia, porque los griegos, en tiempos posteriores, emplearon otros patronímicos para referirse a sí mismos. Y parece, en cambio, que con el término «medos» tenemos una referencia igualmente temprana a los que se asentaron en la India, porque en Génesis 10 no hay mención, por ejemplo, de los persas, que en registros posteriores están casi siempre asociados con los medos. Desde luego, igual que con los griegos, cuyo nombre más antiguo de Jonios ha desaparecido hace tiempo, la palabra «Persia» ha permanecido, pero el nombre «Madai» ha desaparecido. Lo que tenemos es un término general para denotar a aquellos que devinieron indios, medos y persas.

Continuará... Los descendientes de Javán fueron Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim.

Extracto: El Origen de las Naciones
Arthur C. Custance, M.A., Ph. D.†

22/9/16

Los hijos de Gomer (Askenaz, Togarma, Rifat)


Askenaz (hijo de Gomer)

Son numerosas y diversas las identificaciones del grupo humano que descendió de Askenaz, hijo de Gomer. Por ejemplo, Sayce se sentía inclinado a creer que debido a que este nombre se encuentra en conjunción con Ararat y Mini (Jeremías 51:27), se deberían identificar con los Asguza de los monumentos asirios. Maspero mantenía que se tenían que identificar con los antiguos escitas. Casi sin excepción, los comentaristas concuerdan en que se tienen que situar al norte del Creciente Fértil que rodea a Palestina y Mesopotamia. Observan ellos que siguen existiendo reminiscencias del nombre Askenaz en el Lago Ascanio y en un grupo humano de la vecindad que se conocía como los Ascani. Este grupo humano estaba establecido en la provincia de Frigia y parece que los menciona Homero en la Ilíada (Libro II, 2, 863 y 13, 793). Peake menciona dos lagos y un río en el distrito que llevan el antiguo nombre en formas modificadas, y observa que Asken sigue apareciendo en la actualidad como nombre propio armenio. Uno de estos dos lagos en la región oriental de Bitinia cerca de Nicea aparece mencionado por Estrabón (7, 389), y se le conoce actualmente como el Lago Iznik una forma degenerada de Askenaz, en la que ha tenido lugar una inversión. En Bitinia, en las costas del Mar de Mármara, hubo un Lago Ascanio; en el sudoeste de Frigia existe otro lago con un nombre similar; y a mitad de camino entre ellos se encontraba Troas, en cuya familia real encontramos, en tiempos de la Guerra de Troya, a un príncipe llamado Ascanio. Es posible que en ellos también encontremos reflejados el nombre de Askenaz.

Al irse desplazando hacia el norte, los descendientes de Askenaz se encontraron con los descendientes de Tiras (los tracios, según los identifica Josefo) que ya ocupaban las llanuras de Tracia, con una especie de retaguardia en Bitinia, si debemos juzgar por las alusiones en Herodoto y Estrabón. Esta circunstancia contribuyó probablemente a que emprendieran un camino más septentrional hacia la región centro-occidental de Rusia, en lugar de seguir a Gomer hacia el oeste y adentro de Europa, llegando a su tiempo a lo que ahora es Alemania. Los comentaristas judíos suelen asociar a Askenaz con los alemanes, probablemente de forma justificada. Al multiplicarse allí, pasaron al norte a Ascania, que, junto con las islas de Dinamarca, pasó a ser conocida por los escritores latinos posteriores como las «Islas de Scandia» Escandinavia.
La introducción de una D epentética entró en la forma de Ascania de una forma muy parecida a la que el término latino tenere se transforma al francés como "tendre".
Es curioso cómo alguna forma del nombre Askenaz se ha preservado en esta área a lo largo de la historia. Los habitantes del antiguo estado de Dessau han reivindicado a lo largo de la historia su descendencia de Askenaz, y uno de sus gobernantes en el siglo XII, que durante un tiempo poseyó los estados sajones de Enrique el León (fundador de la Casa de Brunswick), añadió a su nombre de pila Bernardo el de Ascanio, declarando que sus antecesores habían venido del Lago Ascanio en Bitinia.
Mientras, lejos de allí, en las fronteras septentrionales de Media, una retaguardia de la misma familia se mantuvo atrás. Estos pueblos eran aliados de sus vecinos, los medos, y causaron muchos problemas a Esarhadón de Asiria.
En la época clásica habitaron cerca de Rhages, que según Josefo era una ciudad de una cierta magnitud, cerca del centro de la costa meridional del Mar Caspio. En aquel punto arranca una cadena de montes que se dirige hacia el este a lo largo de la costa y más allá de la misma, y que forma un límite natural del territorio de los bactrianos y de los sakis. Esta cordillera la menciona Amiano Marcelino (bibliotecario e historiador del emperador Juliano, que escribió alrededor del 350 d.C.) con el nombre de los Montes Ascanimianos.
Estas tribus bárbaras, a las que Estrabón designa como los Sakis, consiguieron ocupar Bactriana a un lado del Caspio, y ocuparon los mejores distritos de Armenia al otro. Estos territorios ocupados «recibieron de ellos el nombre de Sakasene», según nos cuenta Estrabón.
Así, conocemos acerca de una cadena de montes llamada en tiempos clásicos los Ascanimianos, alrededor de los cuales vivían descendientes de Askenaz. Al comienzo de la era cristiana, un poco al norte de ellos, y separados del vecino reino de Armenia y justo al sur de los Montes Caucásicos, había un país llamado Sakasene. Es casi seguro que este pueblo, los sakasenoi, eran también descendientes de Askenaz. Y parece que algún tiempo después del inicio de la era cristiana, una oleada de esta familia de Askenaz, que se llamaban sakasenoi, o de forma más breve, sachsen, emprendieron camino al norte a través de las Puertas del Caspio a la Escitia europea, y de allí pasaron adelante con la oleada de sus parientes germánicos, los godos, al norte de Europa, donde el país que ellos ocuparon recibió el simple título de «Sachsen».
Cuando Tácito, escribiendo alrededor del 100 d.C., da una lista de los pueblos germánicos en su propio tiempo (aunque incluía en su relato a Dinamarca y a Suecia, donde, dice él, habitaban los cymbri, y también incluyó a los angli), no hizo mención en absoluto de los sachsen o como nosotros los conocemos más familiarmente, sajones. Este grupo humano aparece en la historia por vez primera tras la designación de Caransio, alrededor del 280 d.C., para vigilar las costas orientales de Gran Bretaña contra los piratas, cuando recibió el título de «Conde de la Costa Sajona».

Así, podemos aceptar que Askenaz, nieto de Jafet, dio origen a un gran componente de los primeros pobladores de Alemania y Escandinavia, y que en su camino dejó muchos memoriales del nombre ancestral, además de proporcionarnos una tribu que jugó un destacado papel en la historia de Inglaterra.

Rifat (hijo de Gomer)

Parece que se ha descubierto poco que se pudiera relacionar con el nombre de este hijo de Gomer. Se han hecho diversas propuestas para algunos distritos en Asia Menor. El doctor J. Pye Smith sugiere, por ejemplo, Rifou al este del Mar Negro y los Montes Rifeanos mencionados en las antiguas geografías por Estrabón, Virgilio, Plinio y otros. C. R. Conder menciona un pueblo que habitaba al este del Mar Negro llamado los Rhibii.
También sugiere a los rifaenos que posteriormente fueron conocidos como los raflagonianos, a los que Josefo identifica como descendientes de Rifat. En la obra Popular and Critical Biblical Encyclopedia, el primer mapa al final del volumen 3 muestra el mundo antiguo y la supuesta posición de los descendientes de Noé. No hay otra autoridad detrás de este mapa que ciertas suposiciones basadas en un examen inteligente de la evidencia bíblica, pero se puede observar que el centro de Europa está ocupado por Rifat. La conjunción de la palabra «Europa» con el nombre «Rifat» suscitó la cuestión de si pudiera haber alguna relación entre ambos términos. El nombre Europa se deriva generalmente de la leyenda de Europa, pero por cuanto los diccionarios de mitología clásica reconocen que la etimología de Europus es incierta, queda en pie la posibilidad de que, si nos remontásemos lo suficientemente en el pasado, pudiéramos descubrir que el nombre era originalmente Rifat. Se ha presentado otra sugerencia, que el nombre reaparece en la designación «Cárpatos». También hay los Cárpatos llamados Alpes Bastárnicos, que separan Dacia de Sarmacia.

Togarma (hijo de Gomer)

El pueblo designado como Togarma, otro hijo de Gomer, se menciona dos veces en Ezequiel. Leemos acerca de este pueblo en las ferias de Tiro, donde comerciaba con caballos y mulos (Ezequiel 27:14), y más adelante en la campaña con Gomer en la tierra de Israel (Ezequiel 38:6). Ninguno de ambos pasajes ayuda demasiado en la identificación de su tierra, pero ambos concuerdan con la hipótesis de que el pueblo mencionado son los antiguos habitantes de Armenia. Y esto tiene algún apoyo procedente de la tradición nacional y de la teoría basada en la etimología. Las tradiciones armenias consideran como su propio antecesor a un hombre llamado Hiak, que, dicen ellos, era «hijo de Targom, un nieto de Noé».
A causa de una inversión de las letras, los armenios llegaron a ser conocidos como la Casa de Targom, y los escritores judíos se refieren frecuentemente a los turcos como Togarma. Se debería observar también que el Mar Negro, al noroeste de Armenia, era a veces designado como Togarma.
Estrabón parece haber dado por supuesto que aquí se trataba de los armenios, y Herodoto los menciona en relación con la crianza de caballos. Josefo dice que Togarma es el padre del pueblo conocido como los Trugrameanos, a los que los griegos identificaban con los frigios. El profesor F. W. Shultz observa que según los targumes judíos Togarma fue el padre de Alemania (Germania). Y hay algunos que creen que la misma palabra Germania procede del antiguo nombre Togarma, con la pérdida de la primera sílaba en el proceso. Si es así, entonces no puede haber relación entre «Gomer» y «Germania», como se ha propuesto con anterioridad.

Extracto: El Origen de las Naciones
Arthur C. Custance, M.A., Ph. D.†

14/9/16

Gomer (hijo de Jafet)




Desde una perspectiva etnológica, parece que Gomer fue el más importante de los hijos de Jafet. A juzgar por historiadores antiguos como Herodoto, Estrabón y Plutarco, la familia de Gomer se estableció al principio al norte del Mar Negro, dando su nombre en una forma ligeramente modificada al distrito conocido como Cimeria, luego abreviado a Crimea (los árabes, por una transposición de letras, le han dado el nombre de Krim). Este grupo humano parece haberse multiplicado rápidamente hacia el oeste, pero una porción considerable de esta antigua familia fue expulsada por los escitas y se refugió en Asia Menor durante el siglo VII a.C. Su historia subsiguiente es conocida hasta cierto detalle gracias a los registros asirios, donde aparecen como los Kimirraa, nombre con el que ya eran conocidos en tiempos de Homero.
Junto con los Minni, los medos, el pueblo de Sefarad y otras poblaciones cuyos territorios habían ya sido conquistados, atacaron la frontera septentrional del Imperio Asirio. Pero en 677 a.C., su caudillo, Teupsa, fue derrotado por Esarhadón, y algunos fueron arrojados hacia el este, donde invadieron el viejo Reino de los Elippi y según algunos, edificaron Ecbatana. Otros volvieron a dirigirse hacia el oeste, entrando de nuevo en Asia Menor, donde saquearon Sinope y Antandros (que poseyeron durante unos cien años), y finalmente invadieron Lidia. El rey de Lidia, el famoso Giges (687–653), envió a pedir ayuda a Nínive, pero murió en batalla antes que llegase ninguna ayuda, y su capital, Sardis, fue tomada por el ejército invasor. El sucesor de Giges, Ardis, pudo exterminar o echar a la mayoría de ellos del país. Parece quedar una reminiscencia de su breve dominio sobre la región por el hecho de que los armenios designaban a Capadocia como Gamir, aunque no es seguro de si con este nombre designaban a la tierra o meramente a los habitantes.
Eusebio, refiriéndose a Gomer, dice: «de donde proceden los capadocios».
Algunos de la tribu de Gomer permanecieron en el país, o bien volvieron, y otros fueron al oeste hasta tan lejos como Francia y España y posteriormente hasta las Islas Británicas, como veremos.

Según Josefo, la rama que volvió a Asia Menor llegó a ser conocida como los gálatas. Se puede observar que aunque la forma «Galacia» parece estar muy alejada de «Gomer», es posible sin embargo derivarla de la forma más antigua del nombre. La consonante media de palabra, GoMeR puede ser fácilmente sustituida por una W o una U, de modo que G-M-R puede transformarse en G-W-R o G-U-R. Es posible que el antiguo lugar conocido como Tepe Gawra sea una reminiscencia de una de estas formas. Puede luego haber un cambio adicional con la sustitución de la L en lugar de la R terminal. Esta sustitución es muy común y puede observarse, por ejemplo, donde castrum en latín pasa a ser «castillo» en castellano. Así, tenemos la siguiente serie: La transformación de G-M-R a G-U-R que luego deviene G-U-L. Esta última forma se observa como la más familiar Gaul (Galia), donde, como se recordará, se establecieron algunos de los descendientes de Gomer. Y la relación entre los galos, los gálatas y los celtas está bien establecida históricamente. Desde luego, según Haydn, los galos eran designados Galati o Celtae por los romanos. Además, los historiadores romanos aseveran que este pueblo procedía originalmente de Asia Menor y que se esparció por toda Europa en España (Galicia), en Francia (Galia) y en Gran Bretaña (los celtas).
Tenemos a continuación que muchos gomeritas eran los agitados «bárbaros» contra los que tuvieron que defenderse los asirios, y que luego se ofrecieron como mercenarios que, tras recibir su paga, se instalaron como granjeros en la zona de Asia Menor conocida como Galacia.

En su consideración de Epístola de Pablo a los Gálatas, Farrar observa lo siguiente:
Se tiene que considerar como cosa cierta que los gálatas eran celtas, y no solo celtas, sino celtas címricos. Cada rasgo de su carácter, cada fenómeno establecido de su lenguaje, cada hecho contrastado de su historia, demuestra más allá de toda duda que los gálatas o galos eran celtas; y con toda probabilidad las designaciones de gálatas y celtas sean etimológicamente idénticas.

Kalisch los identifica con los Chomari, una nación en Bactriana cerca del río Oxus, mencionada por Ptolomeo.
Que este grupo humano sea conocido no meramente como celtas, sino como celtas címricos, es una hermosa ilustración de cómo puede llegar a persistir un nombre antiguo, porque el término «címrico» (sin su terminación patronímica, C-M-R) no es otra cosa que la forma más antigua «Gomer» muy ligeramente modificada. Esta forma modificada sigue con nosotros en el distrito de Inglaterra conocido como Cumberland.
Una vez más tenemos una ligera variación del nombre original por la introducción de la consonante B, de modo que la tierra de Gomer, «Gomer-land», deviene Cumberland. Para quien no esté familiarizado con cambios etimológicos, la introducción de la B puede parecer extraña, pero no es en absoluto desusada, y se puede encontrar, por ejemplo, en el paso de la forma latina numerus a «nombre» en catalán (número), o «number» en inglés.
Parece que los descendientes de Gomer eran un grupo humano agitado, generalmente en movimiento y sumamente belicosos. Allí donde se establecían, tendían a constituir una especie de aristocracia militar, y cuando emprendían la marcha, difícilmente se les podía detener. En 390 a.C. fueron estos los nómadas que aparecieron en las cercanías de Roma y que saquearon la ciudad. Mientras, en Italia fueron designados como los umbros, nombre en el que de nuevo discernimos la forma original «Gomer», aunque aquí la gutural inicial fue posiblemente sustituida por una H aspirada, y luego abandonada del todo, mientras que la B se insertó exactamente de la misma forma que hemos observado en la palabra «Cumberland».
Pero el registro no está todavía completo, porque Irlanda fue conocida en la antigüedad como Hibernia, y el Mar de Irlanda como el Hibernicus. Hibernia ha cambiado la gutural inicial con una H, y la M se ha transformado en V, lo mismo que el término Hibernicus. Estos son cambios comúnmente observados dentro de la familia de lenguas indoeuropeas. Por ejemplo, la simple forma «Paul» aparece en castellano como Pablo.

También en la versión griega Septuaginta de Génesis 10:28 el Ebal hebreo aparece como Eual. Y Nicolaus aparece en el libro hebreo de oraciones (Aboda Zara) como Nicholabus.
Así, los hijos de Gomer y sus descendientes entraron profundamente en Europa, donde, a pesar de su separación tanto en el tiempo como en el espacio, el nombre de su antiguo antecesor quedó preservado entre ellos. Desde luego, es incluso posible de que el mismo nombre de Germania (Alemania) nos preserve el nombre de Gomer en una forma ligeramente cambiada, aunque la aseveración hecha por ciertos historiadores alemanes de que los teutones representen la línea gomérica pura (aseveración que según ellos explica la naturaleza guerrera del pueblo alemán) es muy improbable, y es contradicha por prácticamente todos los etnólogos modernos.
Solo para completar el registro, se puede observar adicionalmente que los galeses se designan a sí mismos como Cymri, y que en Dinamarca encontramos un puerto que originalmente se llamaba Cimbrishavn, y que para nosotros sería el Puerto de Cimbri. Jutlandia era también conocida como Chersonesus Cimbrica. Parece que apenas si se encuentra alguna parte de Europa que no fuese, en uno u otro tiempo, ocupada por los descendientes de Gomer, y algunas regiones de manera destacada Francia y las Islas Británicas fueron en el pasado habitadas por un pueblo homogéneo que hablaba una lengua parecida al moderno cúmbrico.

Continuará... Los descendientes de Gomer fueron Askenaz, Rifat y Togarma.

Extracto: El Origen de las Naciones
Arthur C. Custance, M.A., Ph. D.†

6/9/16

Jafet (Hijo de Noé)


Los descendientes de Noé fueron Jafet, Cam y Sem. Muchos de los que lean este capítulo formarán parte de la familia indoeuropea de naciones, de quienes se puede demostrar que el “padre” fue Jafet.

Es bien sabido que el nombre de Jafet ha quedado preservado en ambas ramas de la familia aria, que se escindió en época muy temprana en dos divisiones principales y se asentó en Europa y en la India. Los griegos, por ejemplo, se remontan a Japeto, nombre que es indudablemente el mismo, y que en griego no significa nada. En cambio, sí que tiene significado en hebreo.
En la obra Las Nubes, de Aristófanes, se hace referencia a “iapetos” como uno de los Titanes y padre de Atlas. Los griegos lo consideraban no meramente como el propio antecesor de ellos sino como el padre de la raza humana. Según la tradición de ellos, Urano y Gea (esto es, el cielo y la tierra) tuvieron seis hijos y seis hijas, pero de esta familia solo uno de ellos, llamado Japeto, tuvo descendencia humana. Se casó con Clímene, hija de Océano, que le dio un hijo llamado Prometeo y otros tres hijos.
Prometeo engendró a Deucalión, y este engendró a Heleno, considerado el padre de los helenos o griegos. Si pasamos algo más adelante, veremos que Heleno mismo tuvo un nieto llamado ión, y en la poesía de Homero los griegos se designan de forma común como jonios.
Al mismo tiempo, la rama india de esta familia aria también se remontaba al mismo nombre.
En el relato indio del diluvio se conoce a Noé como Satyaurata, el mayor de los cuales se llamaba Jyapeti. Los otros dos se llamaban Sharma y C’harma (¿Sem y Cam?). Al primero le asignó todas las regiones al norte del Himalaya, y a Sharma le dio el país del sur. Pero a C’harma lo maldijo, porque cuando en una ocasión en que el viejo monarca quedó accidentalmente embriagado con un licor fuerte hecho de arroz fermentado, C’harma se había reído de él.
Llegado a este punto, podemos hacer otras dos breves observaciones.
La primera es que los griegos recordaban a tres hermanos, porque Homero pone estas palabras en boca de Poseidón:
Tres somos los hermanos nacidos de Rea y de Cronos: Zeus, yo y el tercero Hades, que reina en los infiernos. El universo se dividió en tres partes para que cada cual imperase en la suya”.
La segunda es que en el primitivo idioma ario, el título Djapatischta significa «cabeza de la raza», título este que se parece sospechosamente a una corrupción de la forma original del nombre «Jafet». Aparte de estas pocas noticias, es poco lo que sabemos de Jafet, excepto que en hebreo su nombre significa probablemente «rubio».
Pero de sus hijos sabemos mucho más. Se da una lista de ellos en Génesis 10 como Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras.

Noé había anunciado que Dios ensancharía a Jafet (Génesis 9:27). Parece que este ensanchamiento comenzó en época muy temprana de la historia de Jafet, pero ha sido un proceso continuado y que ha tenido lugar en cada parte del mundo, con la excepción del Lejano Oriente. Los hijos de Jafet han tendido a extenderse y a multiplicarse a expensas de otros grupos raciales.
Este ensanchamiento no significa que los jafetitas fuesen los primeros en migrar lejos, porque, allí donde llegaron, fuese en tiempos prehistóricos o históricos, habían sido precedidos por colonos más tempranos cuyo origen racial no era indoeuropeo.

Esta dinámica de asentamientos de las áreas habitables del mundo ha tenido profundas consecuencias en el desarrollo de la civilización. Mientras tanto, ha quedado establecido por muchas líneas de evidencia que los nombres que aparecen en Génesis 10:1-5 designan los de personas reales, cuyas familias llevaron consigo reminiscencias claramente reconocibles (aunque a menudo de forma corrompida) de sus respectivos antecesores, de modo que han sobrevivido hasta nuestros días, y todavía manteniendo el tipo de relaciones que se implican en la antigua Tabla de las Naciones. Incluso el nombre patriarcal queda a menudo preservado de manera inequívoca.

Extracto: El Origen de las Naciones  
Arthur C. Custance, M.A., Ph. D.†

BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Las siguientes enciclopedias bíblicas contienen una valiosa información acerca de la Tabla como un todo, o acerca de los personajes que se mencionan:
International Standard Bible Encyclopedia, editada por James Orr, 5 vols., Chicago, Howard-Severance, 1915, bajo «Table of Nations».
Imperial Bible Dictionary, editado por P. Fairbairn, 2 vols. Londres, Blackie and Son, 1866, bajo los nombres individuales.
Popular and Critical Bible Dictionary, editado por S. Fallows, 3 vols., Chicago,
Howard-Severance, 1912, bajo los nombres individuales.
Murray's Illustrated Bible Dictionary, editado por W. C. Piercy,1 vol., Londres, Murray, 1908, bajo los nombres individuales.
A Dictionary of the Bible, editado por J. D. Davis, Philadelphia, Westminster Press, 1931, bajo los nombres individuales.
Bible Cyclopedia, A. R. Fausset, Toronto, Funk and Wagnalls, sin fecha, bajo los nombres individuales.
Cyclopedia of Biblical Literature, John Kitto, 2 vols., Edimburgo, Adam and Charles Black, 1845, bajo los nombres individuales.
Obras que tratan específicamente acerca de la Tabla:
Josefo, Antigüedades de los Judíos, Libro 1. Capítulo 6. Rawlinson, George, The Origin of Nations, Scribner, New York, 1878, 272 pages.
Rouse, Martin L., «The Bible Pedigree of the Nations of the World», Pt. 1, Transactions of the Victoria Institute, vol. 38, 1906, p. 123-153; y «The Pedigree of the Nations», Pt. 2, Transactions of the Victoria Institute, vol.39, 1907, p. 83-101.
Sayce, A. H., The Races of the Old Testament, Londres, Religious Tract Society, 1893, 180 pages.
Se encontrará una útil información en los lugares apropiados en comentarios y ediciones del texto hebreo por Bullinger, Cook, Dillmann, Dod, Driver, Ellicott, Gray y Adams, Greenwood, Jamieson, Kalisch, Lange, Leupold, Lloyd, Schrader, Skinner, Snaith, Spurrel, Whitelaw.

Obras de arqueología como las de George Barton, J. P. Free, M. R. Unger, T. G. Pinches, R. D. Wilson, y A. H. Sayce.