26/5/16

Cartografía de Ptolomeo

Los conocimientos geográficos y cartográficos de la antigüedad griega fueron transmitidos por Ptolomeo en sus tratados de Astronomía y Geografía. De esta manera se conoció la determinación astronómica de las longitudes y latitudes, la esfericidad de la Tierra y una colección de mapas dibujados sobre una superficie plana con varios sistemas de proyección que mostraban la imagen del mundo.
La obra de Ptolomeo se redescubrió en el siglo XV y ejerció una gran influencia en el desarrollo de la Cartografía de los Descubrimientos.
La obra de Ptolomeo revolucionó la Geografía matemática. El método de proyección que permite representar la tierra en un plano confluye con el descubrimiento de la perspectiva en la pintura y con una nueva concepción espacial, que es característica del Renacimiento.
La información de sus mapas estuvo al alcance de navegantes, cosmógrafos, nobles y altos magnates desde el primer tercio del siglo XV, especialmente a partir de los primeros incunables que ven la luz en las imprentas italianas (Bolonia, Vicenza y Roma) y en la alemana de Ulm. Por eso los mapamundis que anteceden a los viajes colombinos ofrecen una imagen del Viejo Mundo con acusada influencia Ptolemaica: el de Henricus Martellus Germanus, el de Fra Mauro, la carta de Toscanelli, el globo de Martín Behaim y la carta que hizo el propio Colón. La obra de Ptolomeo tuvo que ejercer gran influencia en la gestación del plan colombino.

Hernando Colón, en la biografía que escribió sobre su padre dice lo siguiente: «las causas que movieron al Almirante al descubrimiento de las Indias, digo que fueron tres a saber: fundamentos naturales, la autoridad de los escritores y los indicios de los navegantes».
Los fundamentos naturales los encontró en Ptolomeo, Marino de Tiro, Estrabón y Alfragrano; la segunda, en los escritos de Aristóteles, Séneca, Estrabón, Plinio y Marco Polo y del maestro Paolo, físico; y la tercera fueron los indicios de tierra más allá del Atlántico.
En este sentido, además de otras muchas razones de peso que han ido investigando los historiadores colombinos a lo largo de los años, hay que considerar el crédito que tenía Ptolomeo en esos años en que circularon por Europa tantos códices y algunos incunables.
En definitiva, Colón fundamentó sus argumentos en unos mapamundis que tenían prestigio y se basaban en Ptolomeo. A ellos se sumarían también los viajes que se habían hecho por mar y las riquezas que se podrían obtener en el nuevo viaje descubridor.

Consultando en la bibliografía colombina las referencias e indicios sobre la Geografía de Ptolomeo en el proyecto de Colón. Han sido de gran utilidad las biografías sobre Colón, el itinerario de los cuatro viajes, y las ediciones facsímiles y estudios de los principales libros de Colón: Imago Mundi, Historia natural de Plinio, Historia rerum ubique gestarum de Pío II, el libro de viajes de Marco Polo etc. También el estudio de Molina dedicado a «Fray Hernando de Talavera y Colón», en el que examina el papel desempeñado por el confesor de la reina, fray Hernando de Talavera en la decisión final de los monarcas.
El propio Colón cita a Ptolomeo en las relaciones del tercero y cuarto viajes para desmentir algunas cuestiones. Andrés Bernáldez, que le conoció personalmente y le dio alojamiento en su casa en 1496, en las Memorias del reinado de los Reyes Católicos escribe que Colón «sentió, por lo que en Ptolomeo leyó e por otros libros e por su delgadez, cómo e en qué manera el mundo este (…) está fixo entre la esfera de los cielos». Según Antonio Ballesteros, la opinión del cronista se había cumplido porque «Colón poseía un ejemplar de la Geografía del escritor alejandrino, edición de Roma del año 1478» y añade: «Este volumen solo conserva de mano del descubridor su firma y la cita de un versículo de salmos».

Salvador Miguel, en su estudio sobre los libros de Colón, siguiendo una hipótesis defendida por Juan Gil (1986). Sin embargo, en el año de conmemoración de la muerte de Colón (2006), el incunable de la Real Academia de la Historia con el exlibris de Colón se mostró como auténtico, junto a unas cartas autógrafas de Colón con similar anagrama y rúbrica, en la exposición sobre Colón en Andalucía.
Lo que ocurre es que este incunable llegó a manos del almirante diez años después de producirse el Descubrimiento, hacia 1501-1502, porque primero perteneció al cardenal Piccolomini (1460-1503), el papa Pío III, cuyas armas están pintadas en el folio segundo. Es uno de los tesoros bibliográficos y cartográficos de la Real Academia de la Historia.
Aunque no sea el ejemplar que Colón leyó antes del Descubrimiento, no hay que quitarle valor porque indudablemente demuestra que debió consultar otro de los muchos códices que circularon por España o incluso poseer alguno impreso de las ediciones de Bolonia (1477), Roma (1478, 1490) o Ulm (1482, 1486), antes de iniciar su primer viaje en 1492. Además, durante su etapa portuguesa (1480- 1485) pudo llegar a sus manos algún Ptolomeo de la biblioteca de su suegro.
Examinando el itinerario de Colón para comprobar si pudo conocer alguno de los códices de la Geografía de Ptolomeo documentados en España: el de la Biblioteca Nacional, el de la Biblioteca Universitaria de Valencia de Alfonso V de Nápoles y el de la Universidad de Salamanca del cardenal Juan de Margarit y Pau.
Varela Marcos había apuntado que, durante su estancia en Salamanca, Colón «aprovecharía para cimentar sus ideas y aprender de las ricas fuentes científicas que se guardaban en esta universidad, entre otros el Ptolomeo de 1456». Sin embargo, en esos años, el códice de la Geografía no pertenecía todavía a la Universidad de Salamanca, pero posiblemente estaba en poder del rey Fernando. En esa Universidad ingresaría mucho más tarde, quizá hacia 1537, con los demás libros de la Biblioteca del Colegio Mayor de Cuenca en Salamanca.
En efecto, junto al escudo de armas del cardenal Juan de Margarit y Pau, su primer propietario, se encuentra un ex-libris de esa Biblioteca fundada en 1500 por Diego Ramírez de Villaescusa, que fue un apasionado de los libros. Estas noticias sobre su paradero las dio a conocer Sanz Hermida, al estudiar el mapa de España moderno del códice. En su opinión, los libros de la biblioteca particular de Ramírez de Villaescusa pudieron ingresar en el Colegio y, entre ellos, quizá se «encontrase este Ptolomeo, que bien pudo llegar a sus manos en algún momento de la agitada vida que llevó en la corte de los Reyes». La fecha de su muerte, en 1537, es un dato importante para saber cuando pudo pasar el manuscrito al Colegio.
Diego Ramírez de Villaescusa fue alumno, bachiller y catedrático en la Universidad de Salamanca. Se ordenó sacerdote en Jaén, donde los estudios de varios autores sobre la personalidad y biografía del primer propietario, el humanista Juan de Margarit y Pau (Gerona 1422-Roma 1484), nos pueden dar luz para plantear como hipótesis que Colón hubiese conocido el códice en esa corte, antes de emprender el primer viaje.

Margarit, ha sido considerado el máximo representante de la historiografía humanística de la Corona de Aragón durante el siglo XV, en estrecha relación con el humanismo italiano. Se doctoró en Derecho en la Universidad de Bolonia y pasó unos años en Nápoles en la corte de Alfonso V, sirviendo en funciones de iglesia y misiones diplomáticas al servicio de los reyes de Aragón. Después, entre 1448-1453, se trasladó a Roma a la corte pontificia de Nicolás V (1447-1455). Entre 1453-1462 desempeñó el obispado de Elna (Rosellón) y ese último año el de Gerona.
Los monarcas de Aragón le encomendaron nuevas misiones diplomáticas en Italia, lo que le permitió entrar en contacto con algunos humanistas y con los papas Calixto III (1455-1458) y Pío II, el historiador Eneas Silvio Piccolomini, (1458-1464), tío de Francesco Todeschini Piccolomini, el primer propietario del Ptolomeo de la Real Academia de la Historia, que luego pasaría a manos de Colón.
La Geografía de Ptolomeo de Margarit se relaciona con los códices del taller florentino de Massaio y Comminelli de mediados de siglo. Como ellos, el mapamundi presenta proyección cónica y los mapas regionales ptolemaicos proyección plana. Se terminó en 1456, según se lee en el colofón del folio 117r, cuando Margarit desempeñaba el obispado de Elna (Rosellón).

Margarit empezó a escribir en Italia la obra Paraliponemon Hispaniae. En ella muestra su deseo de «contar lo que habían omitido otras historias de Hispania». Está destinada a un público culto: los humanistas y prelados italianos. Quería demostrar que Hispania «No era cosa de godos sino que había conocido una historia antigua, tan rica en acontecimientos trascendentales como la de Italia y frecuentemente enlazada con ésta».
En el libro primero hace frecuentes citas a Ptolomeo haciendo uso de la traducción de Jacobo Angelo da Scarpería. Esta versión es la que ofrecen los códices que hemos comentado de la Geografía salidos de los talleres italianos. Trabaja la geografía con una buena metodología usando fuentes de primera mano para corregir la imagen de la tierra. Mejora las medidas de Estrabón a partir de las que tomó de una carta náutica.

Extracto de: “La cartografía Ptolemaica, precedente científico de la llegada a tierra firme” Carmen Manso Porto.

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