14/12/15

La Madre de Dios

En el proceso de cristianización de la sociedad romana, existen numerosas crónicas que nos cuentan como el pueblo romano ya cristianizado, no abandonó el culto a Isis la “Madre de Dios”, y lejos de romper sus imágenes lo que hacían era cambiarles el nombre.
Esta idolatría tenía otra coincidencia importante con la sociedad católica actual y es el vestir a las imágenes; en el antiguo Egipto, las imágenes de la Diosa Isis eran vestidas con lujosas vestiduras y ostentosas joyas. Incluso había personas dedicadas en exclusividad a estos menesteres. No tienes nada más que acercarte a cualquier iglesia católica de tu localidad y ver a cualquier “Virgen”, como está vestida y enjoyada, incluso perduran las llamadas “camareras” que son las encargadas de vestir a las imágenes.
 
En todas las culturas ancestrales el sol siempre ha sido la máxima divinidad masculina, de ahí surge el halo santo, una reminiscencia del disco solar y la luna, a su vez, es la máxima divinidad femenina, asociada siempre a la fertilidad. Claras muestras de esto las encontramos en las representaciones de diosas de distintas culturas, en la mitología sumeria Inanna la hija de la Luna y el dios de La Luna, o Ishtar como era conocida en Mesopotamia, Astar divinidad de Abisinia, Athar divinidad en Arabia del sur o Tanit la más importante de las diosas de la mitología cartaginesa, debemos recordar que el culto a Tanit se asociaba, a diferencia de otras diosas, específicamente a la luna y a la fertilidad.
En Hechos 19.23-40 se relata la visita de Pablo a Éfeso, y el alboroto que se formó cuando oyeron a Pablo predicar el Evangelio de Cristo, puesto que hablaba de un solo Dios y prohibía las imágenes, tal y como la propia ley de “Dios” nos manda. En este punto, los artesanos, que hacían imágenes de la diosa Artemisa, se enfrentaron a Pablo y sus seguidores, para evitar que se fuera al traste su negocio y su cultura. Esto aclara bastante el sentimiento que la sociedad pagana tenía a sus dioses, pero en particular a la “Reina del Cielo – Madre de Dios.
Paradójicamente, fue en Éfeso, en el año 431 d.C., cuando se celebró un concilio en el que se instituyó, como dogma de Fe, el papel de María como “Madre de Dios”. El título que se le establece es el de “theotókos”, que precisamente es el que disfrutaba la diosa Artemisa e Isis, con la diferencia de que eran la “Madre de los dioses”. Así se cristianiza el término asimilando doctrinalmente las figuras. Otra coincidencia, que viene al caso, es que la tradición católica sitúa los últimos años de vida de María en Éfeso.

Vírgenes negras.

Las vírgenes negras son efigies de la Virgen María que la representan como de piel oscura, o incluso completamente negra. El origen de estas imágenes se explica como la adopción por parte del culto popular cristiano en sus primeros siglos de elementos iconográficos y atributos de antiguas deidades femeninas de la fertilidad, cuyos rostros se realizaban en marfil (material que,al oxidarse se vuelve de un color negruzco), y cuyo culto estaba extendido por todo el Imperio Romano tardío tales como Isis, Cibeles y Artemisa. Debido a ello pueden encontrarse ejemplos de estas vírgenes por toda Europa, aunque también hay numerosos ejemplos en América en que se identifican algunas veces con deidades femeninas amerindias o africanas como Pachamana o Yemayá.
Junto con los Templarios y los Cistercienses, los Hospitalarios fueron las principales congregaciones propagadoras de la devoción a las Vírgenes Negras, que ya aparecen mencionadas en el críptico “Cantar de los Cantares” de Salomón:
Soy negra, pero hermosa, hijas de Jerusalén, como los campamentos de Quedar, como las carpas de Salmá. No se fijen en mi tez morena, he sido tostada por el sol. Los hijos de mi madre se irritaron contra mi, me pusieron a cuidar viñas, ¡y a mi propia viña no la pude cuidar!”.

La Virgen de Candelaria en la Basílica de Candelaria (Tenerife), Patrona de la Diócesis Nivariensis, es la más famosa Virgen Negra de Canarias y su aparición a los Aborígenes Guanches en el Barranco de Chimisay en 1392, 95 años antes de la conquista de Tenerife, fue relatada en 1594, por el religioso e historiador Fray Alonso de Espinosa y su culto se extendió por el Nuevo Mundo. Tiene grabada en el cuello unas extrañas letras, que dicen “ETIEPESEPMERI”, y se ha calificado como la “última Virgen Negra del Temple”.
La Orden del Temple, autorizada en el año 1118 tuvo su primera residencia en las ruinas del Templo de Salomón, una construcción octogonal cedida por el rey Balduino de Jerusalén, el mismo monarca que dio carta blanca a la congregación. Dicha congregación celebraba romerías en recintos sagrados y los asistentes se imbuían de la energía universal allí manifestada a través de la Madre-Tierra personificada en la imagen de la Virgen Negra que presidía los cultos.

La virgen negra bien puede ser un puente hacia los misterios de las religiones matriarcales que preceden al cristianismo. Estas religiones habían aprehendido los ritmos de la Naturaleza que se manifiestan en los lugares de poder y que después fueron transformados en santuarios.
De hecho, la primitiva imagen de la Diosa Madre era una piedra esférica u obosom. Las venus paleolíticas son otra forma de representarla. Muchas de las vírgenes que fueron colocadas sobre enormes peanas esferoides escondían en realidad la piedra primigenia en la peana. La gente adoraba la piedra y la jerarquía eclesiástica instituyó a la Virgen sobre la piedra para ganar adeptos. Más tarde hicieron desaparecer la piedra bajo la peana.
 
Venus Paleolítica

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