25/7/15

Santiago el Mayor

El comienzo de la Hispanidad

La tradición asegura que el Apóstol Santiago llegó a España desembarcando en el barrio de Santa Lucía en Cartagena.
Concha bendita que guarda las primeras pisadas del Hijo del Trueno en las tierras hispánicas y el eco de la voz inicial que enalteció, por vez primera, el nombre sacrosanto de Jesús en los aires de España.”

Cartagena fue sin duda alguna, el lugar donde comenzó la evangelización de los pueblos hispánicos. Era por entonces Carthago Nova, Colonia Romana (Colonia Victrix Julia Nova Carthago), Convento Jurídico, es decir, Audiencia Civil y Criminal, residencia de Cónsules, Pretores, sacerdotes y altos dignatarios civiles y militares, además gozaba del privilegio de acuñar moneda. Sostenía relaciones comerciales con las metrópolis, colonias romanas y naciones de su época. El itinerario Joppe o Jaffa a Carthago Nova de fenicios, hebreos, griegos y romanos, señala con luz diáfana este punto nebuloso de la historia.
La ensenada del puerto de Cartagena situada al Este, que hoy se llama puerto de Santiago, correspondiente al popular barrio de Santa Lucía, es la playa donde desembarcaban los pasajeros y comerciantes procedentes de Oriente, cuando venían a llevarse la plata que se recogía de las muy ricas y antiquísimas minas cartageneras.
Tal era la importancia de estas minas que Polibio recuerda al hablar de la guerra del año 209 a.C. al personaje Aletes, a quien por atribuirle el descubrimiento de éstas, los paganos llegaron a rendirle honores divinos.

La Unión y Mazarrón eran riquísimos filones argentíferos que enriquecían la plaza comercial de Carthago Nova, por eso su caída en poder de Roma fue para los Cartagineses de África un golpe mortal.
Silvio Itálico dice que en ellas trabajaban unos 40.000 hombres. (Historia de España, Menéndez Pidal, tomo II. Madrid, 1935).
En la cúspide del monte llamado actualmente Cabezo de los Moros, donde existe una fortaleza llamada “Castillo de los Moros”, estaba emplazado el templo de Mercurio, Dios del Comercio, según la costumbre pagana de colocar sus dioses en los sitios más próximos a los lugares hacia los cuales habrían de extender su protección.
Era además, Santa Lucía, en la época romana, barrio de recreo de los acaudalados romanos, donde tenían sus quintas veraniegas, plaza de comercio y paraje de gentes mercenarias que trasladaban sobre sus hombros a los viajeros para que pudieran entrar a pie enjuto en la Ciudad, ya que las embarcaciones, aun pequeñas, tenían que quedar a varios metros de la costa para no embarrancar en las arenas.
Su importancia quedó evidentemente demostrada por los numerosos hallazgos de monumentos romanos encontrados en distintas excavaciones practicadas durante el siglo XVIII. Restos de magníficos edificios, casas de baños, conducciones de aguas, estatuas, lápidas, monedas, cerámica variada, columnas y basas, monumentos, algunos de los cuales se han perdido.
En la fachada de la torre parroquial hay una lapida romana con la siguiente inscripción: «Clodia C. F. Macaria. Salve».

La situación estratégica y topográfica de Mastia y su magnífico puerto en medio de la costa mediterránea, desde donde se podía vigilar fácilmente España y África hicieron a Asdrúbal ocuparla dándole el nombre de Qart Hadasht, Ciudad Nueva, que romanizado después pasó a ser Carthago Nova y quedó constituida capital de la España Púnica. El mismo pensamiento animó a los romanos contra sus eternos rivales los cartagineses para apoderarse de Cartagena.
Sabía Publio Cornelio Escipión que el secreto de la fuerza de los cartagineses africanos en Hispania estaba en Carthago Nova y enterado de sus riquezas, de su situación, como plaza fuerte, y de lo abrigado de su puerto, se lanzó contra ella con un ejército de 25.000 hombres, conquistándola en espacio de dos días (210 a.C.).
«Capta Carthago, capta Hispania» (conquistada Cartago Nova está conquistada España), decía Escipión.

Doscientos cuarenta y seis años después resonaba prácticamente en los oídos del Apóstol Santiago esta táctica del general romano y desde Joppe arribó a Cartagena pasando antes por Sicilia y Cerdeña.
Nadie hubiese dudado de la veracidad histórica de esta antiquísima tradición, que se remonta al siglo VII con San Isidoro, hijo de Cartagena, si los falsos cronicones no hubiesen hecho, con sus audaces mentiras, poner en duda los fundamentos más ciertos de todas las tradiciones hispánicas que tocaron sus plumas.

La venerable Madre María de Jesús de Agreda, seráfica escritora, nacida en 2 de abril de 1602 y contemporánea de Felipe IV, asegura que el desembarco de Santiago se hizo por Cartagena. En su Mística Ciudad de Dios, folio 312, dice que la Santísima Virgen le reveló que Santiago desembarcó en el puerto de Cartagena, donde dio principio a su apostólica predicación.
«Santiago estaba más lejos porque fue el primero que salió de Jerusalén a predicar y habiendo predicado algunos días en Judea vino a España. Para esta Jornada se embarcó en el puerto de Joppe. Fue esto en el año treinta y cinco del Señor, ocho meses después de martirio de San Esteban y cinco años antes de la conversión de San Pablo. De Joppe vino Jacobo a Cerdeña y, sin detenerse en aquella isla, llegó con brevedad a España y desembarcó en el puerto de Cartagena. Gobernado por el Espíritu Santo, tomó el camino de la ciudad de Accitana (Guadix) y de allí partió para Granada, donde conoció que la mies era copiosa para padecer trabajos por su Maestro...».

LOS CAMINOS DE SANTIAGO

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