20/5/14

Historia de Cataluña VII

Algunos historiadores nacionalistas, cuentan que Cataluña ya existía en la época Romana con el nombre de Catalonia, antes de hablar deberían documentarse, en lugar de divulgar mentiras para después convertirlas en dogmas de fe, despreciando la verdadera historia documentada.
                                   Carlos Martel (el abuelo de Carlomagno)

Cataluña no existió como una entidad unificada hasta 1521, cuando Carlos I nombró virey al Arzobispo de Tarragona Pere Floch de Cardona. Durante los siglos XII, XIII y XIV en la actual Cataluña solo existía la Marca Hispánica que eran unos marquesados aragoneses y condados feudales de los reinos francos, con el Tratado de Corbeil en 1258 pasaron a feudatarios del rey de Aragón Jaime I el Conquistador y hasta el año 1521 la actual Cataluña no aparece documentada.

El nombre de Cataluña se debe a la referencia del imperio franco de los Carolingios, dinastía derivada del matrimonio de los hijos de Arnulfo de Metz y Pipino “el Breve”, descritos ambos por el historiador Fredegario como los Señores más importantes de Austrasia. La familia consolidó su poder desde el segundo tercio del siglo VII, Pipino repartió el reinado a su muerte en el año 768, entre sus hijos Carlos y Carleman. Carleman se retiró a un monasterio y murió poco después, dejando a su hermano Carlos como único rey, este pasaría a ser conocido más tarde como Carlomagno que se convertiría en Emperador legendario para la historia de Francia y Alemania. Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el emperador y el Papa de Roma, Adriano I pidió a Carlomagno que conquistara los pueblos de los Lombardos que amenazaban a Roma, Carlomagno los sometió y continuó la conquista contra los Sajones de la península Danesa que era un pueblo guerrero no cristianizado, en el año 785 los sajones aceptaron el bautismo y eran gobernados por Carlomagno.

Carlomagno, en latín Carolus Magnus (742-814), nació en Aquisgran (Aix-La-Chapelle actual Francia), rey de los Francos (768-814) y emperador de los Romanos (800-814), dirigió a los ejércitos francos a la victoria sobre numerosos pueblos estableciendo sus dominios en la mayor parte de Europa Central y Occidental. Desde el 760 luchó con su padre en la conquista de Aquitania las tierras al sur del rio Loira. Las campañas militares contra los musulmanes de la península Ibérica, han quedado redactadas en los documentos del Codex Calixtino.

En el año 777, el Califa de Zaragoza Soliman el Arabi se vió amenazado por el Emir Abderraman I,  el califa  pidió ayuda a Carlomagno a cambio de firmar un pacto que marcaba los territorios del rey franco y del imperio de Al andalús de Hispania, creando una serie de fortalezas militares fronterizas para frenar el avance musulmán hacia el Imperio Carolingio. Aprovechando este pacto, Carlomagno conquistó a los musulmanes los territorios que conformarían la Marca Hispánica (Gerona, Urgell, Besalú, Barcelona, etc.)  ejerciendo  así el control al otro lado de los Pirineos.

La Administración del Imperio Carolingio fue confiada a 250 administradores reales llamados Condes, estos eran elegidos a dedo por el propio rey, y él era el soberano (Dominus) absoluto de los Condes, de ejércitos, de territorios y de las gentes que allí vivían.
La Marca Hispánica fue gobernada por Carlomagno desde el año 801, continuando sus descendientes, desde su único hijo Luis I hasta Luis IX en el año 1253 que, con el Tratado de Corbeil, los Condes de la Marca pasan a ser feudatarios del Rey de Aragón.

Según los historiadores, filólogos y lingüistas, la combinación étnica en los condados de la Marca desarrolló una cultura Hispano-Francesa y un mosaico de dialectos del Provenzal.

Dialectos del Provenzal:
* Creissent * Bais Auvemhat * Lemosin *Auvemhat
* Brageiragués * Vivaroaupenc * Gavaldanés * Cisalpin
* Legadocian * Gascon * Tolosenc * Nissard
* Mompelhierenc * Provençau * Flamand * Wallon
* Chlimi * Picard * Cauchois * Normand
* Jersiais * Bretan * Gallo * Angevin
* Orléanais * Champenois * Lorrain * Francique
* Alsacien * Tourageau * Berrichon * Franccomtois
* Bourguignon * Poitevin * Saintongeais * Forécien
* Jurassien * Romand * Lyonnais * Savoyard
* Dauphinois * Auvergnat * Provençal-Alpin * Béamais
* Basque * Langaedocian * Barseloni  (Catalán) * Corse

Desde el siglo XII y hasta 1521, en la actual Cataluña solo existía la Marca Hispánica, no fue hasta el año 1521 en que pasa a llamarse Cataluña, por lo que en ese período de tiempo, el catalán no existe como lengua. Cataluña no está documentada en los mapas del Archivo Nacional de París, ni en los documentos del tratado de Corbeil  (1253) firmados por Jaime I de Aragón y Luis IX de Francia.

En la actual Cataluña es bien conocida la tergiversación, falsificación y manipulación histórica por parte de historiadores al servicio del nacionalismo secesionista al estilo Ahnenerbe, a través de diversas asociaciones, son muchos los que trabajan para el independentismo, estos se han encargado de difundir una historia paralela para adoctrinar a las futuras generaciones.

17/5/14

Historia de Cataluña VI

Mentiras del nacionalismo Catalán.
La manipulación histórica del arte Gótico en Barcelona.
                                 Catedral de Barcelona (antes y después)

Miles de turistas visitan el casco antiguo de Barcelona, admirando y fotografiando monumentos y edificios del que actualmente se conoce como “Barrio Gótico”. Sin embargo, pocos de estos visitantes saben que en realidad, buena parte de esas hermosas construcciones no son puramente medievales, sino que su origen o su aspecto actual se remonta al siglo XIX y en muchos casos, incluso a mediados del XX.
A esta sorprendente alteración arquitectónica no escapan siquiera edificios de la talla de la propia catedral de la ciudad, dedicada a Santa Eulalia, tal y como explicaba hace unos años en una detallada tesis doctoral el historiador Agustín Cócola Gant, de la Universidad de Barcelona.
La investigación de Cócola, titulada ‘El Barrio Gótico de Barcelona. De símbolo nacional a parque temático’ causó cierta polémica tras su publicación el año 2011, a pesar de que buena parte de lo que revelaba en las páginas de su trabajo era bien conocido por los historiadores, aunque a menudo poco difundido por  motivos turísticos.
En su trabajo, Cócola analiza las razones que llevaron a la modificación de la fisionomía arquitectónica del centro histórico de la Ciudad Condal: Por una parte, la necesidad de urbanizar esta parte de la capital, adecuándola a los requerimientos de salubridad y comunicación de una ciudad moderna. Pero por otro lado, destaca la existencia de un plan que situase a Barcelona en el mapa del turismo internacional, al tiempo que la burguesía daba forma a una “arquitectura nacional catalana”  que sirviera para otorgar signos de identificación colectiva.
 Palau Berenguer Aguilar (antes y después)

La primera de estas actuaciones que terminarían por dar forma a un “barrio gótico” reinterpretado e inventado, fue precisamente la construcción de la fachada de la catedral de la ciudad en las últimas décadas del siglo XIX.
La fachada del templo catedralicio estaba sin concluir desde el siglo XV, y coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal de 1888 en Barcelona, la burguesía local decidió completar este magnífico exponente de la arquitectura medieval, cuyos orígenes se remontaban al siglo XIII, aunque con antecedentes de época románica, visigoda e incluso paleocristiana.
Los planes para definir el estilo que debía seguir la construcción de la fachada fueron motivo de largas discusiones, aunque finalmente se impuso la idea de realizar la obra en estilo gótico, tal y como defendía el banquero y político Manuel Girona i Agrafel quien, junto a sus hermanos, acabó financiando toda la obra, que ejecutó el arquitecto Josep Oriol Mestres. Esta obra, que se prolongó entre 1887 y 1913, alteró notablemente la fisionomía de la zona, pero la verdadera transformación se produjo con la creación de la Vía Laietana, que atravesaría la Ciutat Vella.
Para entonces la burguesía barcelonesa se había aupado ya hasta el Ayuntamiento de la ciudad a través de la Lliga Regionalista, partido en el que militaba el concejal Josep Puig i Cadafalch (arquitecto y periodista), quien sentaría las bases de un modelo de arquitectura medieval que terminó ejecutándose en buena parte del Gòtic.
En 1908, con el comienzo de las obras de construcción de la Vía Laietana, se procedió al derribo de 335 edificios del centro histórico. La mayor parte de estas casas eran construcciones degradadas, pero algunas de ellas tenían una gran antigüedad, y parte de sus elementos serían empleados más tarde para dar forma a nuevos edificios de estilo neomedieval.
Tres años después del inicio de las obras de la Vía Laietana, el político  Ramón Rucabado  sugirió eliminar construcciones “vulgares” del centro histórico y sustituirlas por nuevos edificios de estilo antiguo, para conseguir así “la unificación de estilo en este recinto, formando entre las construcciones venerables y las modernas rigurosamente sometidas al estilo y carácter de aquellas, un verdadero “barrio gótico”.

Y así se haría en los años siguientes, en especial con anticipación a la Exposición Internacional de 1929 que iba a celebrarse en la ciudad. De un año antes, por ejemplo, data  el vistoso y célebre “puente” neogótico de la calle del Bisbe, que une las Cases dels Canonges y el edificio de la Generalitat, una construcción realizada por el arquitecto Joan Rubió i Bellver.
En el caso de la Casa Padellás –actual sede del Museo de Historia de Barcelona–, este antiguo palacio de finales del siglo XV y comienzos del XVI se desmontó por completo en 1931 a raíz de las obras de Vía Laietana, y volvió a construirse en la Plaza del Rey, circunstancia que se aprovechó para introducir modificaciones y elementos no originales, como unas galerías porticadas y una ventana coronella.
Algo similar sucedió con el Palacio Real Mayor, edificio de origen medieval que había sufrido varias ampliaciones en distintas épocas, la más importante en el siglo XVIII, cuando se le añadió un portal neoclásico. Con la intervención realizada en el siglo XX se buscó potenciar su aire medieval, añadiéndole rosetones góticos, alterando el patio interior y reutilizando elementos antiguos de otros edificios, al tiempo que se añadía otros nuevos que imitaban a los medievales.
Otro tanto ocurrió con las Cases del Canonges –hoy residencia del president de la Generalitat–, un conjunto de origen medieval que se remodeló también en la década de los años 20, primero por Joan Rubió i Bellver y más tarde por Jeroni Martorell, con quien se introdujeron elementos propios del gótico nórdico y otras modificaciones calificadas de “excesos” por varios autores.

La lista de modificaciones continúa con las actuaciones en otros edificios, como el Palacio Aguilar –actual Museo Picasso–, el recinto del Real Círculo Artístico de Barcelona, y otros ejemplos. De hecho, el propio arquitecto Joan Rubió explicó en su día que “en el barrio gótico no hay más de seis casas que, con buena voluntad, pueden denominarse góticas”.
En Cataluña el neogótico fue fomentado por la emergente conciencia nacionalista de la burguesía local, interesada en entroncarse con el pasado medieval.

Fuentes:
-CÓCOLA GANT, Agustín. “El Barrio Gótico de Barcelona. De símbolo nacional a parque temático”. Scripta Nova, Revista de Geografía y Ciencias Sociales. Vol. XV, nº 371. Agosto 2011. Universidad de Barcelona.
-La impostura del barrio Gòtic queda al descubierto en una tesis doctoral - El Periódico de Cataluña –

14/5/14

Historia de Cataluña V

Las mentiras históricas del nacionalismo catalán al servicio del independentismo.

Hernán Cortés era catalán y se llamaba Ferran CortèsColón también era catalán, según otro artículo en el que se desvelaba la catalanidad de Cristòfor Colomb, así como la obra realizada por Cataluña en la conquista de América.

Las sesiones de la Primera Universitat Nova Història, celebradas a principios del pasado mes de agosto, sirvieron para agrupar por áreas temáticas la enorme ristra de tonterías pseudohistóricas, y de sandeces en busca de una épica catalana en forma de teorías supuestamente científicas que pretenden revolucionar los estudios historiográficos que en el fondo, sólo persiguen engordar artificialmente la historia de una imaginaria Cataluña usurpándosela a toda España.

La recua de presuntos investigadores sufragados —igual que las jornadas y que la entidad que las promovió, el Institut Nova Història— con dinero público, ha engendrado tal cúmulo de despropósitos que iremos desgranando algunos de las más conspicuos, puesto que estrafalarios lo son todos.

Algunas de las imbecilidades más vistosas ya se han comentado en los últimos días: la catalanidad de Miguel de Cervantes (en realidad, Miquel Servent, hijo, a su vez, de Miguel Servet), la redacción original de El Quijote en catalán y el descubrimiento y conquista de América por los catalanes.

En el apartado 'americano' descuella el trabajo de Enric Guillot –el historiador que afirma que la conquista de América se usurpó a Cataluña en beneficio de Castilla– sobre la catalanidad del conquistador extremeño Hernán Cortés (Medellín, Badajoz, 1485).
La base documental y científica de que parte Guillot para negar el origen extremeño de Cortés y hacerle catalán con el nombre de Ferran Cortès, son algunas imágenes, pinturas del ilustre personaje en las que se ven banderas y enseñas que el autor vincula directamente con la señera catalana, aunque propiamente es la de la Corona de Aragón.
Al aparecer en uno de los cuadros de Cortés (ver ilustración más arriba) un escudo de armas al fondo -tuvo tres escudos en su vida- con las cuatro barras rojas y gualdas, Guillot no tiene duda alguna de la catalanidad del personaje. En realidad, la explicación es sencilla. En la segunda modificación de su escudo, Cortés habría añadido símbolos de su familia, con las armas de la rama de su padre, un ilustre linaje extremeño, los Monroy-Rodríguez de las Varillas, que incorpora las cuatro barras de Aragón.
La posible existencia de algún antepasado aragonés o catalán de Hernán Cortés no puede desmentir nunca su origen extremeño. Eso, evidentemente, lo sabe también Guillot.

Pero el meollo del asunto, se desvela en las notas con que se remata el artículo, donde se aclara por completo la finalidad perseguida: “La iconografía con el actual formato de la bandera española ya se utilizaba en los siglos anteriores (XII-XVIII), antes de su oficialización por Carlos III para la Marina, para representar las posesiones catalanas y de la Corona aragonesa. Nosotros mantenemos que el uso de los colores rojo y gualda de la bandera española fue el último intento de apropiación iconográfica de los colores de la Corona catalano-aragonesa..... Así pues, este hecho supondría el último, para la consumación definitiva de la apropiación de nuestra historia por parte de los castellanos”.
En otras palabras: lo que pretende Guillot y el Institut Nova Història no sería más que restablecer el orden “justo” de las cosas, puesto que quien lo alteró fraudulentamente habría sido la Corona de Castilla, es decir, la pérfida España por ella representada. © DiálogoLibre.com


SIMPOSIO "ESPAÑA CONTRA CATALUÑA"
Historiadores y expertos critican el maniqueísmo de un congreso envenenado.

12/5/14

Historia de Cataluña IV

Mentiras históricas del nacionalismo catalán al servicio del independentismo.
Sobre el 11 de Septiembre y la guerra de sucesión española.

Cabe destacar que el 11 de septiembre de 1714, lucharon en Barcelona gente de toda la Corona aragonesa y de toda España, no solo catalanes, y que en las tropas invasoras también había catalanes.

Si 1714 fue una derrota de la “nación” catalana frente a España, ¿por qué ningún contemporáneo lo proclama? ¿Tal vez el miedo, la represión?. Pero tampoco lo proclaman los hijos de los derrotados. Ni sus nietos. Durante 150 años nadie se queja del episodio del 11 de Septiembre. De hecho no existe la menor protesta hasta que llegan los inventores del nacionalismo, a finales del siglo XIX. La fiesta del 11 de Septiembre no se establece hasta 1901, es decir, cuando cuatro extraviados que defienden los intereses económicos de las clases dirigentes catalanas se han inventado ya lo de que Cataluña es una nación. ¿Dos siglos sin sentirse agraviados como nación? ¿No será que no hubo agresión nacional?.

Ferrán Soldevila, historiador nacionalista catalán, escribió:
“Hasta el último momento de la lucha los objetivos habían sido los que se hacían constar en el documento dirigido al pueblo: salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España” (F. Soldevila, Moments crucials de la Història de Catalunya).
¿Por qué los nacionalistas de hoy han tergiversado los hechos que los nacionalistas de ayer reconocían como ciertos? ¿Por qué historiadores radicalmente nacionalistas como Soldevila coinciden en su explicación de los hechos de 1714 con historiadores no nacionalistas, mientras hoy difieren totalmente e inventan unos hechos que no sucedieron?

-No hubo enfrentamiento entre regiones.
Al revés de lo que inventan hoy los nacionalistas, la guerra de Sucesión no supuso el enfrentamiento entre Cataluña- Austria y España (o Castilla)- Francia. Ciudades y comarcas pertenecientes al antiguo reino de Aragón como Castellón, Alicante, el valle de Arán, el interior de las provincias de Barcelona y Valencia, Calatayud o Tarazona, fueron partidarias de Felipe V, el rey Borbón. Y lugares como Madrid, Alcalá o Toledo se declararon fieles al aspirante austriaco, el archiduque Carlos. El enfrentamiento interterritorial de 1714 es otra patraña más inventada por el nacionalismo para negar el carácter de guerra civil que tuvo aquella sucesión al trono.

-Ningún ejército español tomó Barcelona.
Las fuerzas que integraban el ejército de Felipe V estaban formadas por soldados procedentes de varias regiones españolas y aún de países europeos. De él formaban parte varios miles de soldados nacidos en Cataluña. En cuanto al bando supuestamente catalán, los soldados que se enfrentaron a Felipe V y fueron derrotados el 11 de septiembre de 1714 estaban mandados por un general, Antonio de Villarroel, que en su última arenga recordó a las fuerzas bajo sus órdenes que estaban luchando “por nosotros y por toda la nación española”.

-Los vencedores no destruyeron la identidad nacional de nadie.
El fin del sistema foral que había estado vigente hasta 1714 fue abolido sin que en tal medida existiera la menor voluntad de acabar con una “identidad nacional” que solo se inventaría doscientos años después con personajes como Prat de la Riba. Es otra muestra más de supina ignorancia histórica, cuando no de mala fe y de manipulación, sostener que semejantes argumentos podían encajar en la mentalidad y las estructuras políticas y jurídicas del siglo XVIII.
Felipe V juró en 1702 fidelidad a las leyes de Cataluña, cosa que no siempre habían hecho sus predecesores. Pero los sublevados de 1714 cometieron un delito de lesa majestad. Habían traicionado su juramento de fidelidad y eran culpables del peor de los pecados políticos de la época.
No hay aquí relación jurídica entre estados, solo existía uno, sino una traición a la lealtad debida expresada a través de compromisos personales y colectivos con la dinastía. De modo que los privilegios de las zonas derrotadas fueron abolidos como castigo a la traición dinástica, en modo alguno como procedimiento para destruir una nación que no existía.

-Nadie persiguió la lengua catalana.
Los decretos de Nueva Planta, a través de los cuales se articuló el Estado adaptándolo a los mismos criterios modernizadores que se estaban aplicando en otros países y que se consideraban esenciales para organizar con mayor eficacia el único país que existía, es decir, España, en ningún momento prohibieron el uso de la lengua catalana. Los nacionalistas no pueden mencionar ni una sola línea de aquel texto en que se prohíba el uso del catalán. Por la sencilla razón de que no era esa la intención de los decretos. Además el catalán no se utilizaba en la documentación administrativa, jurídica, etc., de las instituciones catalanas. La lengua de la administración, en Cataluña como en toda España, era el latín. Mal podía pues prohibirse el catalán.
Lo único que legislan en este sentido los decretos de Nueva Planta es que los documentos de la Audiencia de Barcelona debían abandonar el latín para usar el castellano. Y esa norma se adoptó en toda España. Se puede argumentar que fue una medida injusta. Pero eso también será falsear la realidad porque supone juzgar con criterios actuales los códigos que regían hace 300 años.

-No hubo una reacción “nacional” catalana porque no hubo agresión españolista.
Tras el 11 de septiembre de 1714 nadie en Cataluña lamentó los hechos en el sentido en que se plantea hoy. No hubo una reacción de carácter nacionalista, catalanista, frente a la toma de Barcelona. No existe un solo documento, del tipo que sea, que recoja la queja de un pueblo agredido, de una nación vejada y sometida, o la lamentación por la supuesta prohibición del catalán.

-1714 supuso el despegue económico de Cataluña.
Con el desmantelamiento de los últimos residuos feudalizantes de la arcaica sociedad española de la época gracias a leyes importadas de Europa como los decretos de Nueva Planta, la economía catalana quedó lista para iniciar su despegue y pudo convertir a Cataluña como la región más próspera de España. Las medidas políticas del rey Borbón sentaron las bases del desarrollo económico catalán de los siglos XVIII y XIX. Sin el fin de los arcaicos privilegios de la monarquía austriaca tanto en Cataluña, como en el País Vasco, como en el resto del país, España hubiera permanecido anclada quién sabe cuanto tiempo más en el pasado.

-No hubo mártires en 1714.
La represión que siguió a la toma de Barcelona fue del mismo tipo y alcanzó la misma intensidad que la desatada en cualquier otro episodio de guerra civil, con independencia de la región que lo viviera. La brutalidad de las represalias resulta espantosa contemplada desde nuestro actual punto de vista, pero no fue más sanguinaria por estar dirigida a los sublevados de Barcelona.
Ni siquiera su supuesto líder, Rafael Casanova, se comportó como el héroe y mártir que hoy nos presenta el nacionalismo. Casanova, que no quería resistir frente al ejército de Felipe V sino negociar la entrada de las tropas en la ciudad, no mostró el menor ardor patriótico y falsificó el certificado de su propia defunción para huir de la ciudad disfrazado de fraile. Se instaló a pocos kilómetros, en Sant Boi de Llobregat, y ejerció tranquilamente su profesión de abogado. No perdió ninguno de sus bienes y a los pocos años fue perdonado públicamente por el rey Felipe V.
Esta es la historia que se han inventado los nacionalistas que se reúnen en Barcelona para conmemorar una patraña de este calibre.


+Info: http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_Sucesión_Española

9/5/14

Historia de Cataluña III

La Generalitat de Cataluña ha vuelto recurrir a un ejercicio de tergiversación histórica para mostrar, en una exposición en el centro cultural Blanquerna de Madrid, su visión sui generis de 1714, fecha totémica del independentismo catalán. Para ello recurre a la reproducción de un grabado, cuyo original es en blanco y negro, en la que fue manipulada la bandera de un navío de guerra que supuestamente «ataca» el puerto de Barcelona. De este modo, las tres franjas horizontales «roja, amarilla y roja» de la actual bandera de España ondean coloreadas en la popa y en los tres mástiles de un buque amenazante a cañonazo limpio.

La actual bandera de España no fue utilizada por la Armada hasta 1785, es decir, 71 años después de los acontecimientos del 11 de septiembre de 1714. En la Guerra de Sucesión, los barcos leales a la causa borbónica lucieron el pabellón blanco con el escudo de la Casa Real, lo que utilizarían hasta el cambio en 1785.
El citado grabado —«Barcelone. Ville Capitale de la Principauté Catalogne scituée sur la mer Mediterranée», del francés Pierre Aveline—fue publicado por primera vez en 1692, apareciendo posteriores versiones en color con las banderas de las Provincias Unidas de los Países Bajos.
Versión del grabado que ahora usa la Generalitat, con la bandera «roja, amarilla y roja». Sin embargo, este pabellón no existía ni ondeó en la Armada hasta 1785.

El grabado con las «imposibles» banderas rojo y gualdas, arranca del editado por Chereau en 1750, según el original de Aveline de 1692, como puede comprobarse en la relación de mapas de Cataluña (s. XVII-XX) de su Instituto Cartográfico. Eso explica la inclusión de la Ciudadela, comenzada en 1715 y finalizada en 1725.

Por Real Decreto de 28 de mayo de 1785, que el Secretario del Despacho de Marina, D. Antonio María de Valdés, puso a la firma de la Real mano «Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera nacional que usa mi Armada naval y demás embarcaciones española, equivocándose…», se creó la bandera de uso exclusivamente marítimo que pasó después a ser la Nacional española. El proyecto original y los diseños presentados a S. M. los pueden contemplar en el Museo Naval madrileño.
Si el grabado no mostrase bandera alguna, la abundancia de galeras presentes en él hacen imposible su datación en la segunda mitad del XVIII, pues la Escuadra de Galeras de España fue dada definitivamente en 1749, al fallecer en Cartagena su último capitán general, el quinto conde de Fernán Núñez. Hubo una efímera resurrección en 1783-1784, cuando los bombardeos de Argel de la escuadra Barceló, pero en 1785 y en Barcelona era imposible ver ese tipo de buques porque también fue el año de la firma de la paz definitiva con Berbería.
Estamos de acuerdo con que los buques están saludando al cañón, máxima expresión del «son de paz» que viene de la costumbre de disparar la batería a la vista de otras velas para demostrar intenciones pacíficas, pues recargar los cañones llevaba largo tiempo. La actitud de paseantes y curiosos establecidos al pie del faro, lo certifica.

La imagen del gran navío que aparece en primer término, corresponde a un navío holandés de finales del XVII, según podemos contemplar en el libro «The Ship», del famoso arqueólogo naval Björn Landström (Allen&Unwin, Stockholm, 1961, Pág. 371). En su dibujo del navío Gouda (72 c.) vemos la misma decoración del espejo de popa.
La escena del grabado no puede ser otra cosa que una visita de buques holandeses (y quizás alguno inglés) a Barcelona.
José María Blanco Núñez es académico de la Real Academia de la Historia.


+ INFO

7/5/14

Historia de Cataluña II

Grabado del asalto final a Barcelona por las tropas borbónicas

Las mentiras históricas del nacionalismo catalán al servicio del independentismo.

- En 1714 Cataluña perdió su independencia al ser conquistada por España.
No es cierto que Cataluña fuese un estado soberano en 1714, sino un territorio con algunas instituciones propias, como en cualquier otro lugar de la Europa del Antiguo Régimen, y parte constituyente de la Corona de Aragón, es decir, de España.
No es cierto que se tratase de una guerra entre castellanos y catalanes, sino entre partidarios de dos candidatos al trono de España.
No es cierto que lo que moviese a los catalanes fuera la castellanofobia, sino la francofobia.
No es cierto que Felipe V suprimiera la soberanía nacional representada en las Cortes catalanas, pues eran estamentales y no representaban a soberanía nacional alguna.
No es cierto que Felipe V incorporara Cataluña a Castilla, sino que uniformizó legislaciones y centralizó el gobierno, fenómeno general en toda la Europa de aquel tiempo, lo que también conllevó grandes cambios en la vieja planta castellana, detalle que no suele recordarse.
No es cierto que los catalanes fuesen austracistas y los castellanos, borbónicos: muchos de los más importantes gobernantes castellanos fueron austracistas y en Cataluña hubo comarcas enteras que se destacaron por su borbonismo.
No es cierto que Cataluña fuese austracista desde el primer momento, pues las cortes catalanas juraron por rey a Felipe V en 1702, tres años antes de hacer lo propio con el Archiduque Carlos tras el desembarco angloholandés en Barcelona.
No es cierto que en el famoso 11 de septiembre combatieran catalanes contra castellanos, pues hubo castellanos defendiendo Barcelona del mismo modo que el ejército de Felipe V contó con miles de voluntarios catalanes. Y no es cierto que los catalanes austracistas fueran separatistas, sino que presumieron de ser los más españoles de todos.

- Cataluña es otra nación por tener otra lengua.
Una lengua no equivale a una nación. Si en la ONU hay 193 naciones y en el mundo varios miles de lenguas, ¿faltan miles de naciones en la ONU o sobran miles de lenguas en el mundo?. Todos los países europeos son multilingües, con la única excepción de Islandia. Y España no es precisamente el más multilingüe de todos: más variedad de lenguas hay en Francia o en Italia. Además, si una lengua es igual a una nación, ¿pertenecerían los araneses a la nación catalana?. Finalmente, ¿por qué de la existencia de una lengua han de deducirse consecuencias políticas?

- La castellana es una lengua impuesta a los catalanes por la fuerza.
La extensión del castellano sobre tierras catalanas comenzó en la Edad Media, cuando fue consolidándose como la lengua franca, la lengua en la que era más fácil entenderse dada su mayor extensión territorial, su mayor número de hablantes y su posición geográfica central. Los lingüistas lo han explicado mil veces. Un solo ejemplo: Jaime II de Aragón, siglo XIII, escribía sus cartas a los reyes musulmanes de Granada en castellano, sin que el rey de Castilla tuviese participación, influencia, autoridad ni culpa alguna en ello.
Por otro lado, el cultivo literario de la lengua castellana, que no alcanzó ninguna otra lengua española, su prestigio y su peso económico provocaron el abandono paulatino de las lenguas de alcance regional, como ha sucedido siempre en todo el mundo. Fueron los propios catalanohablantes, empezando por las elites sociales e intelectuales, los que fueron pasándose a la lengua castellana y abandonando la lengua catalana. Así lo hicieron Despuig, Martí de Viciana, Viñoles, Boscán y Timoneda en los siglos XV y XVI. Muchos catalanes incluso recomendaron el abandono de la lengua catalana, como Antonio Capmany, que la consideró «un idioma antiguo y provincial, muerto hoy para la república de las letras»; o nada menos que Aribau, que animó al gobierno español a que «generalizase en todos sus dominios una misma lengua».
Las medidas de extensión de la lengua común de la monarquía (que no es lo mismo que la extirpación de las regionales, lo que sí se hizo, por ejemplo, en la Francia republicana), tomadas desde el comienzo del siglo XVIII, palidecen en comparación con el abandono por parte de los hablantes. Así lo reconocieron todos los ideólogos nacionalistas. Cambó, por ejemplo, declaró en 1916 que «quienes más han trabajado para la destrucción de la personalidad catalana han sido los propios catalanes».
El periódico de su partido, «La Veu de Catalunya», escribió en 1910 que «el castellano no se ha impuesto por decreto en Cataluña, sino por adopción voluntaria, lenta, de nuestro pueblo, efecto del gran prestigio adquirido por la lengua castellana. Éramos libres, teníamos completa autonomía política, con Cortes más soberanas que las propuestas por las Bases de Manresa, y ya se hablaba y escribía en castellano».

- España ha sido tradicionalmente reaccionaria, a diferencia de Cataluña.
Olvidando el hecho de que las primeras cortes europeas fueron las Leonesas, y viniendo a tiempos más cercanos, la Cataluña del siglo XIX se caracterizó por ser una abundante fuente de pensamiento conservador y el principal reducto, junto a las provincias vasconavarras, del absolutismo y el carlismo. Cataluña fue la única región española que se alzó en armas cinco veces en defensa de los sagrados derechos del trono y el altar, además del especial entusiasmo con el que los catalanes lucharon contra la Francia revolucionaria en 1793 y la napoleónica en 1808: durante el trienio liberal (1820-23), en defensa de la Regencia de Urgell contra la Constitución de Cádiz; en 1827, la Guerra dels Agraviats o dels Malcontents, que reivindicaron el apartamiento de los ministros liberales y el restablecimiento de la Inquisición; y en 1833-40, 1846-49 y 1872-76, las tres guerras carlistas. Mientras tanto, gran parte de la España castellana se distinguía por su apoyo al liberalismo.
Por otro lado, Cataluña fue la fortaleza del proteccionismo frente al librecambismo, Prat de la Riba y otros liguistas fueron partidarios del sufragio censitario, y Cambó y la Lliga apoyaron a Primo de Rivera y a Franco.

- España ha sido tradicionalmente imperialista y belicista, a diferencia de Cataluña.
¿Habrá que olvidarse, pues, de los almogávares, que dejaron imborrable recuerdo en el Mediterráneo a golpe de espada? ¿Y de los reyes catalanoaragoneses que expulsaron a los moros de España y a continuación se dedicaron a conquistar Cerdeña, Sicilia e Italia?
En tiempos más cercanos, Cataluña fue la región española que más encarnizadamente se alzó contra la invasión napoleónica, según palabras del mariscal Berthier. Los gerundenses prefirieron morir antes que entregarse. Y la primera batalla ganada a los franceses fue la del Bruch.
Durante todo el siglo XIX; Cataluña fue la región más patriota, belicista, islamófoba, esclavista, colonialista e imperialista de España. Durante la Guerra de Marruecos de 1859-60, Cataluña se llenó de versos, canciones, zarzuelas, himnos y obras de teatro incitando a los jóvenes catalanes a alistarse para borrar la Media Luna de la faz de la tierra. Respecto a la esclavitud, de todas las ligas antiabolicionistas de España, la más activa fue la de Barcelona.
La prensa catalana, de todas las tendencias, incluida la de la extrema izquierda republicana y anticlerical, fue extraordinariamente agresiva y patriotera tanto contra los alemanes en la crisis de las Carolinas en 1885, como contra los marroquíes en la de Melilla de 1893, como contra mabises y yanquis en las guerras de Cuba y Filipinas. Cataluña fue la primera región en levantar tercios de voluntarios para todas esas guerras, como ha quedado inmortalizado en incontables versos, cuadros y periódicos de la época.

- La de 1936 fue una guerra entre España y Cataluña.
Habrá que olvidarse, por lo tanto, de los dos principales apoyos eclesiásticos de Franco, los cardenales Gomá y Pla. Y de un Cambó que, tras medio siglo de liderazgo catalanista, puso su fortuna a disposición de Franco  y organizó en París, junto con Llonc, Ventosa, Estelrich y otros huidos de la Cataluña republicana, la Oficina de Propaganda y Prensa para defender el bando franquista ante la opinión pública europea y organizar su servicio de espionaje. Cambó también fue el responsable del manifiesto que secundaron cientos de personalidades catalanas de la política, la empresa y la cultura en el que proclamaron que «como catalanes, afirmamos que nuestra tierra quiere seguir unida a los otros pueblos de España por el amor fraternal y por el sentimiento de la comunidad de destino, que nos obliga a todos a contribuir con el máximo sacrificio a la obra común de liberación de la tiranía roja y de reparación de la grandeza futura de España». Otros catalanes que se distinguieron por su apoyo a Franco fueron, entre otros muchos, Josep Pla, Eugenio d’Ors, Agustí Calvet, Federico Mompou y Salvador Dalí.
Por otro lado, Xavier de Salas, Josep Maria Fontana, Josep Vergés, Ignasi Agustí y Juan Ramón Masoliver fundaron en Burgos la influyente revista Destino, y tres de los principales dibujantes y guionistas de las revistas juveniles Pelayos y Flecha fueron Valentí Castanys, Josep Serra y Josep Maria Canellas. Por no hablar de los miles de alcaldes, gobernadores, procuradores, diplomáticos y ministros catalanes del régimen franquista. Entre estos últimos estuvieron Joaquín Bau y Nolla, Francisco Serrat y Bonastre, Eduardo Aunós, Joaquín Planell y Riera, Pedro Gual Villalbí, etc.

Fuente: Jesús Laínz en su último libro «España contra Cataluña» (Encuentro Editorial).

6/5/14

Historia de Cataluña I

Las mentiras históricas del nacionalismo catalán al servicio del independentismo.

- Cataluña fue un Estado en el pasado, luego tiene el derecho a serlo en el futuro.
En primer lugar, no es cierto que haber sido un Estado en el pasado legitime secesiones futuras. Todos los países de Europa, sin excepción, son el agregado de múltiples territorios que fueron reinos, principados, repúblicas, ducados, cantones, condados y señoríos. Y algunos de ellos hasta tiempos tan recientes como el siglo XIX: por ejemplo, Alemania e Italia.
Y, en segundo, los condados catalanes nunca conformaron un reino independiente, sino que pasaron en el siglo XIII de la soberanía de los reyes francos a la de la Corona de Aragón. Por el contrario, otras regiones españolas actuales (Asturias, León, Castilla) sí fueron reinos y, sin embargo, no se deduce de ello derecho alguno a la secesión.

- Cataluña no participó de la historia de España.
La primera capital de la Hispania romana fue Tarragona. Y la primera de la Hispania visigoda, Barcelona. Durante la Edad Media, los catalanes participaron, al igual que los demás españoles, en la reconquista. Jaime I de Aragón, por ejemplo, conquistó el reino de Murcia en nombre y por cuenta de su yerno Alfonso X de Castilla.
Asimismo participaron en el proceso repoblador, pero no sólo de Valencia y Baleares, sino también de territorios castellanos como Valladolid o Sevilla. La sevillana Coria del Río, por ejemplo, fue otorgada por Alfonso X a «150 omes de Catalunna».
Y los catalanes participaron durante siglos en todos los hechos de armas de la historia de España: la conquista de Granada, la de Navarra, la de Nápoles, la de América, los Tercios de Flandes, la batalla de Lepanto, etc.

- Los catalanes medievales no se consideraban españoles.
Todos los testimonios de aquella época demuestran lo contrario. En su «Llibre dels feits», escrito por él mismo, Jaime I explicó sobre la colaboración de los soldados catalanoaragoneses en beneficio del reino de Castilla: «Porque lo hemos hecho en primer lugar por Dios, en segundo por salvar a España, y en tercero para que tengamos el gran honor de que gracias a nosotros se haya salvado España». Y al salir en Lyon del concilio en el que se había ofrecido para ir en cruzada a Oriente, declaró: «Barones, ya podemos irnos, que hoy ha sido honrada toda España».
Y de Ramón Muntaner nos ha llegado la mejor explicación de la solidaridad política que, por encima de ambiciones y enfrentamientos, informó a todos los monarcas medievales españoles, cuando reclamó una política conjunta de todos los reyes «de España, que son una carne y una sangre».

- Los catalanes fueron excluidos de América.
En primer lugar, todo el victimismo queda anulado de raíz pues, aun en el caso de que hubiese sido cierta la exclusión, sus destinatarios no habrían sido los catalanes, sino los súbditos de los territorios de laCorona de Aragón.
La confusión inicial nació de que los derechos sobre las tierras recién descubiertas derivaban del Tratado de Alcaçovas que puso fin a la guerra lusocastellana por el trono de Enrique IV y que otorgaba a Castilla las tierras que se descubrieran hacia el oeste. Aragón no era parte en este acuerdo, tanto por no participar en la pugna por el trono como por no tener litoral atlántico. Por lo tanto, del hecho de que sólo la Corona de Castilla tuviera derechos en el Atlántico se derivó la incorporación a ella de las tierras descubiertas por Colón.

A pesar de alguna confusión jurídica inicial y de muy corta duración, la orden dada por Isabel y Fernando en 1501 a Ovando sobre que «no haya extranjeros de nuestros reinos y señoríos» se refería a los flamencos de la corte de Felipe el Hermoso y estaba destinada a prohibir el comercio de las Indias con y desde puertos de Flandes. La realidad fue, además, que los aragoneses y los catalanes participaron desde el principio en la empresa americana, monopolizada, eso sí, desde los puertos castellanos hasta su liberalización por Carlos III.
Por ejemplo, el jefe militar del segundo viaje de Colón fue el ampurdanés Pedro de Margarit al frente de doscientos soldados catalanes. El primer vicario apostólico en las nuevas tierras fue Bernardo Boil, benedictino de Montserrat. Jaime Rasqui fue uno de los conquistadores del Río de la Plata. Juan Orpí fundó Nueva Barcelona en Venezuela. Juan de Grau y Ribó, compañero de Hernán Cortés, se esposó con Xipaguazin, hija de Moctezuma. Y el leridano Gaspar de Portolá conquistó California.

Fuente: Jesús Laínz en su último libro «España contra Cataluña» (Encuentro Editorial).

5/5/14

Mapa Genético de España

Científicos de diversas universidades han colaborado para confeccionar el mayor mapa genético de Europa. Para ello observaron 500.000 marcadores genéticos de un total de 3.200 individuos (centrándose en individuos cuyos abuelos procedían del mismo país) por medio de un complejo análisis informatizado con el objetivo de conocer el origen de los ciudadanos europeos, así como comprobar la separación genética entre ellos.

¿Cómo es la composición genética de los españoles?

España está genéticamente muy relacionada con el resto de los pueblos de la Europa más occidental (Irlanda, Gales, Bretaña francesa y Portugal) mucho más que con ningún otro pueblo. Los análisis genéticos apuntan a una fuerte ascendencia paleolítica entre la población de la Península Ibérica. El haplogrupo R1b del cromosoma “Y” alcanza frecuencias del 60% en la mayor parte de la Península Ibérica, llegando a alcanzar hasta el 90% en el País Vasco y Navarra. Esto muestra un vínculo ancestral entre la Península Ibérica y el resto de Europa Occidental, y en particular con la Europa Atlántica, con la que comparte altas frecuencias de estos haplogrupos. Irlanda, Gales, Francia y la región norte de Portugal son los lugares más similares genéticamente a España. El español es un pueblo muy homogéneo desde el punto de vista genético (mucho más que el italiano, por ejemplo) y más relacionado genéticamente con otros pueblos atlánticos como portugueses, franceses, irlandeses y escoceses que con pueblos mediterráneos.

Incluso hay quien sugiere que las poblaciones primigenias del norte de la Península Ibérica y el sur de Francia colonizaron el resto de Europa Occidental al final de las últimas glaciaciones. Un estudio elaborado por la Universidad de Oxford, sugiere que parte de la población británica desciende directamente de un grupo de pescadores ibéricos que viajó por mar hasta las Islas Británicas hace aproximadamente 6.000 años. El equipo de investigadores liderado por el profesor Sykes llegó a esta inesperada conclusión mediante el análisis de material genético de habitantes de la costa cantábrica española y comprobaron que el ADN de ambos grupos era prácticamente idéntico, especialmente en la costa occidental de las islas. Esta oleada migratoria se convertiría en la base de la población británica y la huella genética más común en los británicos llevaría por tanto la marca de aquellos pobladores (haplogrupo R1b), a continuación, las invasiones escandinavas matizaron la composición genética de la región oriental del Gran Bretaña, y en mucha menor medida la de los habitantes de Gales o Irlanda. 
Lo que la ciencia nos demuestra y deja claro es que la composición genética de los antiguos pobladores de la Península Ibérica era muy similar a la que se encuentra en la moderna España, lo que sugiere una fuerte continuidad genética a largo plazo desde la época prerromana. Por España pasaron muchos pueblos, pero muchos dejaron poca o ninguna huella genética, parece ser el caso de árabes y cartagineses/fenicios o romanos.
Los que realmente nos dejaron huella fueron los antiguos Celtas e Iberos. Los íberos formaban parte de los habitantes originales de Europa occidental y eran similares a las poblaciones celtas del primer milenio antes de Cristo de Irlanda, Gran Bretaña y Francia. Posteriormente, los celtas cruzaron los Pirineos en dos grandes migraciones: en el IX y el VII siglo aC. Los celtas se establecieron en su mayor parte al norte del río Duero y el río Ebro, donde se mezclaron con los íberos para conformar el grupo llamado celtíbero.

El haplogrupo predominante en el 70% de los españoles es el R1b, conservamos así el linaje de los primeros pobladores del continente además de una importante herencia celtíbera.
Ni los fenicios/cartagineses, ni los griegos, ni los godos, ni los romanos, ni los árabes modificaron sustancialmente la composición genética de esa población primigenia, la aportación de estos pueblos fue mucho más fuerte a nivel cultural que a nivel genético. Eso se debe a muchas razones, entre otras, que estas poblaciones invasoras nunca fueron relevantes numéricamente respecto del resto de la población, algunas de ellas (griegos y fenicios) se dedicaban a construir colonias costeras para el comercio, no a invadir a los nativos. 
Por otra parte el Estrecho de Gibraltar nunca fue cruzado por una migración importante desde Noráfrica a Europa o desde Europa a Noráfrica. Eventos demográficos incluyendo el Neolítico, contactos mediterráneos (desde el segundo milenio aC. al periodo romano), y las expansiones islámicas parecen haber tenido poco impacto genético sobre los intercambios norte-sur.

Si nos centramos en el impacto genético de los ocho siglos de al-Ándalus en la genética de la población actual observamos como hay una determinada relación genética entre la Península Ibérica y el Norte de África, pero no necesariamente debemos atribuirla exclusivamente a este período histórico, aunque posiblemente ha tenido su influencia. En concreto la mayoría de estudios estiman en torno a un 10% de la población actual tiene características genéticas propias de los habitantes del norte de África, porcentaje muy similar al encontrado en el norte de Italia o en Francia. Por contra en otros lugares de Europa esa aportación genética resulta bastante más notoria, son los casos de Grecia, Serbia, Albania o el sur de Italia (cerca del 25%).
En la misma Península Ibérica, el haplogrupo “E” tiene en Portugal, principalmente en la zona sur mayor peso en el global de la población que en España. Curiosamente Portugal presenta globalmente mayor similitud genética respecto a Italia que España. Hay quien plantea la hipótesis de que tras la expulsión de judíos y musulmanes en época de los Reyes Católicos, provenir de una familia de cristianos viejos o ser descendiente de musulmanes o judíos suponía obtener un certificado de ciudadanía de primera. En esa época gran cantidad de judíos y moriscos expulsados de España se refugiaron en Portugal provocando desde entonces una leve "fractura" genética entre España y Portugal.

Por otra parte hay que resaltar que los franceses del Sur (Occitania) también presentan mayor similitud genética con los españoles que los portugueses. En concreto la población originaria del eje Burdeos-Toulouse-Montpellier.
Si analizamos el mapa genético de Europa, por vía paterna (halogrupos del cromosoma Y), de forma más exhaustiva podemos dividir a la población europea en seis grandes grupos, siempre desde el punto de vista genético.

Predomio del halogrupo R1b, ese halogrupo se encuentra presente en la mayoría de los irlandeses, galeses, escoceses, franceses, belgas, españoles, portugueses, ingleses del oeste, holandeses del sur, austríacos del oeste, italianos del norte (valle del Po) y alemanes del sur. Actualmente también es frecuente entre los habitantes de América y Oceanía, debido a la emigración.

En realidad el R1b es el haplogrupo más común en Europa occidental, llegando a más del 80% de la población en Irlanda, las tierras altas escocesas, en el oeste de Gales, la franja atlántica de Francia y el País Vasco. Se asocia tradicionalmente con el hombre de Cromagnon, quienes fueron los primeros humanos modernos en entrar a Europa; de tal manera que los europeos de las costas del Atlántico con mayor frecuencia de R1b, conservarían el linaje de los primeros pobladores de Europa.