5/1/14

Los Cuatro Reyes Magos

El templo de Horus en Edfu, ejemplo arquetípico de lo que debe ser un monumento religioso egipcio, no es más que una reconstrucción realizada en época ptolemaica por el faraón Ptolomeo III Evergetes (282-222 a.C.) sobre los cimientos del primitivo santuario del dios halcón Horus, hijo de Isis y Osiris.

Edfu posee un edificio anexo, un mammisi o lugar de nacimiento en copto (templo de menor tamaño) levantado ante los pilonos de entrada al templo. Sobre sus muros se describe detalladamente la concepción y el nacimiento del Dios Halcón. Una de las escenas más curiosas de todo el mammisi es en la que aparece el momento exacto en que Horus niño viene al mundo. Ante la divinidad recién nacida se presentan cuatro figuras hieráticas que portan diferentes regalos. Cada uno de ellos es el delegado de una de las cuatro regiones más alejadas de Egipto y traen regalos preciosos: oro, incienso, mirra y un libro sagrado.
Esta historia, que a todos nos recuerda de forma sospechosa a los Reyes Magos de nuestra Epifanía del 6 de enero, no hace más que refrendar los estrechos lazos existentes entre los primeros balbuceos del cristianismo y las milenarias fuentes egipcias.

En el evangelio según San Mateo, es poco lo que se dice de los Reyes Magos y son numerosas las leyendas e interpretaciones sobre su existencia.
¿Quiénes eran? ¿De dónde sacaron sus conocimientos?.
Algunos dicen que eran sabios astrólogos (se ha tomado el 6 de enero como el día del astrólogo) y pudieron detectar la conjunción de planetas e interpretarla como la señal de un importante acontecimiento para la humanidad.

En un extracto del libro Arpas Eternas de Josefa Rosalía Luque Alvarez, dice así:

- Melchor, sabio astrólogo de tez morena, construyó en Arabia un templo escuela y sus integrantes llegaron a ser respetados y considerados como augures, astrólogos y terapeutas. Su escuela era Kobda-Mosaica.

- Gaspar, príncipe de Bombay, buscó en el estudio del mundo sideral y de los poderes internos concedidos por Dios a los hombres la fuerza necesaria para ser útil a la humanidad. Creó una escuela Budista, por lo cual él, al igual que el príncipe Sidharta, había abdicado en un sobrino todos sus títulos para dedicarse solamente a la Divina Sabiduría.

- Baltasar, el persa, era Consejero de una escuela de meditación y de sabiduría, que era una derivación del Krishnaismo Indostánico.

- A estos tres célebres viajeros de Oriente, les acompañaba Filón, estudiante de Alejandría, quien era ptolomeísta en sus principios fundamentales, lo que es igual que aristotélico, pues Ptolomeo fue discípulo de Aristóteles, y éste de Platón, que a su vez lo fue de Sócrates.

Llamado también Filón el Hebreo o Filón el Judío. Su obra es una significativa expresión del sincretismo filosófico de la primera mitad del siglo I, que vinculó entre sí las ideologías griega y hebrea. 

Al parecer la búsqueda de conocimiento y su devoción a Dios les puso en sus manos claras señales de la llegada de nuestro maestro Jesús. Ellos no eran los únicos que estaban al tanto de que estaba sucediendo algo importante para la humanidad.
"Los sabios y estudiantes de las grandes Fraternidades Ocultistas seguían con extática mirada aquella grandiosa marcha estelar, que desde siglos atrás sabían que debía marcar la hora precisa de la aparición del Hombre de Dios sobre el planeta....... Esa noche, permanecían muchos en vigilia para contemplar el grandioso espectáculo anunciado por los astrónomos asirios y caldeos, algunos hasta temían un cataclismo estelar que produjera la disgregación de varios mundos incluso la tierra. Fue así como los pastores betlemitas velaban también y por su sencillez de costumbre y ferviente plegaria a Jehová pidiendo misericordia, captaron, los más sensitivos, la onda de armonía divina emanada de las Grandes Inteligencias que prohijaban la entrada del Hombre Dios al plano físico".

La única traducción inglesa del Tetrabiblos de Ptolomeo, parece haber sido escrita en 1701, con el nombre de “La Cuadripartita”. Esa publicación fue eliminada de la venta al público por la errónea interpretación o ignorancia de su autor, Whalley y sus asistentes, por quien fue producida, la mayoría de sus páginas han quedado ininteligibles. La segunda edición de la misma traducción, publicada por Browne y Sibley en 1786, tampoco fue corregida de los errores ni siquiera en ciertas erratas tipográficas.

La presente traducción ha sido hecha de la paráfrasis griega de Proclus del texto original de Ptolomeo; la edición fechada en 1635 es de Elzevir.
 Bóveda Celeste de la astrología egipcia.

Fuentes:

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