26/8/12

Neuromarketing


La teoría de los 2 cerebros: izquierdo y derecho.

Desarrollada por Roger W. Sperry, neurofisiologista famoso por sus trabajos sobre las conexiones entre los hemisferios cerebrales, lo que le valió un Premio Nobel de medicina en 1981. Su teoría describe, en particular, el rol singular de cada hemisferio cerebral en la percepción de la lengua y el espacio, en el reconocimiento del rostro, los juicios de valor, el razonamiento o afectividad. 
“Nuestro sistema educativo, así como la ciencia en general, tiende a descuidar la forma no verbal del intelecto. Lo que equivale a decir que la sociedad moderna hace una discriminación del hemisferio derecho.”
Los dos hemisferios del cerebro tratan diferentemente pero de manera complementaria la información. No se puede decir que uno de los tratamientos sea superior al otro. Uno y otro son necesarios para pensar eficazmente. Dada la importancia de estas dos maneras de pensar, se podría suponer que uno y otro están incluidos en nuestro sistema educativo, desgraciadamente, no es el caso. El cerebro tiene dos hemisferios, pero a menudo el sistema educativo funciona como si tuviera uno solo. Los dos son inseparables para un desarrollo armonioso del espíritu y el cuerpo.
Roger W. Sperry.

Hemisferio derecho
Mano izquierda
Conocimientos musicales
Formas tridimensionales
Conocimientos artísticos
Perspicacia
Imaginación

Hemisferio izquierdo
Mano derecha
Lenguaje hablado
Habilidades numéricas
Lenguaje escrito
Habilidades científicas
                                      Razonamiento

La teoría de los 3 cerebros o cerebro triuno.



Desarrollada por Paul MacLean en 1970, esta visión de la organización neuroanatómica no es una afirmación científica sino una herramienta teórica. Conviven en nosotros tres cerebros diferentes, cada uno con una misión, cada uno aparecido en un momento de la evolución diferente, debemos aprender a gestionarlos bien para que cada uno cumpla su papel sin extralimitarse en sus funciones.

El primero que apareció en la evolución es el cerebro Reptil. Este cerebro se encarga de los instintos básicos de la supervivencia (el deseo sexual, la búsqueda de comida y las respuestas agresivas tipo “pelea-o-huye”). Está continuamente en alerta, y es el que nos permite reaccionar rápidamente ante algo que puede resultar una amenaza (un coche que se acerca y nos va a pillar) o que él detecta como una amenaza (un jefe que no nos cae bien).

A continuación, apareció (rodeando al anterior), el cerebro Límbico, también llamado Cerebro Emocional. Aquí están los centros de la afectividad y es el que nos permite sentir y experimentar las emociones (tanto las positivas: alegría, gozar de la naturaleza, etc., como las negativas: temor, ansiedad, etc.). En este cerebro está también la memoria, que nos permite acumular información de las experiencias y ejerce gran influencia sobre nuestro comportamiento.

Y no hace más de un millón de años, apareció el cerebro Neocortical: los dos hemisferios cerebrales, que controla las funciones del pensamiento y el lenguaje y básicamente lo que nos permiten es sacar conclusiones y luego actuar sobre ellas mediante la toma de decisiones. Es el cerebro racional.

Estos tres cerebros coexisten en nosotros. Uno de los autores que más ha investigado sobre la Inteligencia Emocional, Daniel Goleman, habla del Secuestro Emocional: en determinados momentos en los que nos sentimos amenazados por algo (sea real o imaginado), la Amigdala (parte del cerebro límbico) activa una ruta neuronal que va directamente a la alerta, dejando "desactivado" el cerebro Neocortical durante un rato. Así cuando percibimos que algo nos amenaza, se disparan nuestras alertas, nuestros cerebros prehistóricos toman el poder e impiden que el cerebro racional sopese la situación, vea si de verdad es una amenaza o no y tome decisiones sobre qué hacer.

Aplicación de las neurociencias en la investigación de mercados.

MacLean, propone la concepción de que un conjunto de estructuras neuronales funcionan como  un  sistema que es fundamental en la determinación de  las emociones en el humano,  ubicándolo alrededor de la frontera o borde entre el telencéfalo y el diencéfalo, de ahí el término límbico, en latín  limbus  que significa “borde”.
Al determinar este sistema límbico  dentro de una teoría que pretende explicar  los procesos emocionales en todos los niveles de complejidad,  surge la hipótesis del  cerebro triuno o triple.

El cerebro paleomamífero, que comprende el sistema límbico, conocido también como el sistema de la emociones, constituido principalmente por el  hipocampo, cumple una función muy importante en el aprendizaje, la memoria y la amigdala, que dispara el miedo ante ciertos estímulos y desempeña un rol activo en la vida emocional. Agrega las experiencias actuales y recientes a los instintos básicos mediados por el cerebro reptil. Este sistema permite que los procesos de sobrevivencia básicos del cerebro reptil interactúen con elementos del mundo externo, lo que resulta en la expresión de la emoción. 

Un buen ejemplo es como el instinto de reproducción interactuaría con la presencia de un  individuo con atributos atractivos (cultura) del sexo opuesto, que provocarían  sentimientos de deseo sexual.


El cerebro neomamífero, la cortex o neocorteza, regula emociones específicas basadas en las percepciones e interpretaciones del mundo externo. Sentimientos de amor hacia un individuo particular serían un ejemplo de este tipo de emoción. 

Según MacLean, en los mamíferos avanzados como los humanos funcionan los tres cerebros. En los mamíferos inferiores  se dan los cerebros paleomamífero y reptil. En los demás vertebrados solo existe el cerebro reptil. Por lo tanto la evolución del cerebro paleomamífero (sistema límbico) libera a los animales de la expresión estereotipada de los instintos dictada por el cerebro reptil.
El cerebro  neomamífero añade mayor flexibilidad a la conducta emocional al darle a los mamíferos superiores  una conducta en procesos interpretativos complejos y utilizar la solución de problemas y  planteamientos a largo plazo en la expresión de las emociones.


El entendimiento y manejo de esta teoría en la aplicación de la neuropsicología para generar estímulos que permitan llegar a extraer la información, no solo del córtex, sino llegar al cerebro reptil o al paleomamífero, en la metodología cualitativa de investigación de mercados, utilizando diferentes técnicas como las entrevistas de profundidad, etnográficas o Focus Group, es fundamental si pretendemos hablar de un neuromarketing con bases científicas.

“Podemos afirmar que si queremos que la gente haga algo, tenemos que provocar el deseo de hacerlo. La mejor manera de lograrlo es de una forma muy intuitiva: tú debes de llevarlos por el camino, con preguntas, hasta que ellos mismos se den cuenta de que necesitan el producto para cubrir cualquier tipo de necesidad”.

Resulta interesante conocer que un tipo especializado de investigación de mercados en este caso Neuromarketing, pueda navegar entre las emociones del consumidor y obtener con éxito cuales son sus deseos, aprovechándose de lo que en realidad no buscan, siendo forzados a comprar. Es fácil obligar a los consumidores a comprar algo que realmente no necesitan.

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